Un parásito en la familia.
Si bien muchas veces en el ámbito cinematográfico -y en el arte en general- una carrera que comienza con una obra interesante luego se desinfla de a poco, no deja de sorprendernos cómo se ha acelerado este tipo de declives durante las últimas décadas. El Hollywood facilista actual, siempre presto a fagocitar cualquier esquema narrativo medianamente cumplidor/ eficiente que aparezca en el candelero internacional, tiende a reconvertir hacia su territorio, y casi de manera inmediata, a cineastas que se asoman como artesanos prometedores a futuro. Pensemos por ejemplo en el dúo de realizadores compuesto por Henry Joost y Ariel Schulman, dos norteamericanos que comenzaron su carrera con Catfish (2010), un atrapante documental sobre las mentiras, el anonimato, las identidades múltiples y la impunidad de las relaciones de pareja que nacen en las redes sociales contemporáneas.
La película llegó en el momento justo y así se transformó en un enorme éxito de la noche a la mañana, derivando en una serie de MTV en la que la producción sale a la caza de “hipócritas virtuales” y extiende el concepto hasta la frontera del hartazgo. Contra todo pronóstico, los directores a continuación decidieron probar suerte en el terror y se hicieron cargo del tercer y cuarto eslabón de la franquicia de Actividad Paranormal (Paranormal Activity), dos trabajos que dejaron mucho que desear. En esta ocasión los señores insisten con el género y se suman a la andanada de exploitations de The Walking Dead, ya que en efecto Viral (2016) toma prestadas las marcas registradas del fenómeno televisivo, léase el melodrama y una infección incontrolable: aquí no sólo vuelven a fracasar sino que el resultado final se parece demasiado a Sorgenfri (2015), una realización danesa muy similar.
Ambos films se centran en una convivencia familiar forzada producto de una cuarentena dictada por los organismos estatales de turno, en respuesta a la aparición esporádica de esos primeros “síntomas” de una debacle que ya conocemos de sobra. Mientras que antes teníamos a todo el clan en la misma casa, hoy sólo contamos con las dos hijas adolescentes, Emma (Sofia Black-D’Elia) y Stacey (Analeigh Tipton), porque papi quedó varado en el camino cuando iba a buscar a mami al aeropuerto, quien por supuesto también permanece fuera de campo. Ahora la zombieficación adquiere la forma de un gusano que sigue la lógica de los parásitos y de a poco va destruyendo la seguridad de un hogar burgués con sus propios problemas internos (Emma es una joven aplicada que se enamora de su vecino, Stacey es la hermana mayor rebelde y los progenitores atraviesan una crisis en su relación).
Resulta paradójico que a pesar de “inspirarse” en Sorgenfri, otra reproducción explícita de The Walking Dead, la propuesta no pueda superarla y termine cayendo en el mismo catálogo de estereotipos de siempre, aunque en este caso debido a otros inconvenientes: si el opus danés se guardaba para el desenlace a los engendros homicidas y nos dejaba presos de un desarrollo larguísimo sustentado en personajes de manual, Viral en cambio opta por dividir el metraje entre el contagio y el cariño de las hermanas, condenándonos a escenas de horror bastante torpes que no llegan a compensarse del todo por la buena dinámica actoral entre Black-D’Elia y Tipton. El minimalismo y algunos jump scares poco pomposos no alcanzan para esquivar la idiosincrasia muy derivativa del combo en general, siempre “amagando” con explotar a nivel anímico y luego quedándose en el molde una vez más…