UN BUEN CHICO
Un irlandés (Paddy Breatnnach) nos narra La Habana; nos muestra sus casas gastadas, sus bici-carros, la fijación por el boxeo y lo fácil que resulta la prostitución. Acompaña cada escena con una canción, para dejar claro que en Cuba la música brota de cualquier muro y retumba en ese cabaret de travestis en los años 90.
Escuchamos entonces a Mama interpretando frenética a Cacho Castaño:
Ojalá que no puedas hacer que tu piel
se agigante de sueños
Que se muera de ganas, que no tenga consuelo
Que le sangren las manos si acaricia tu piel
O acaricia tu pelo.
Y vemos a Jesús mirándola devoto. Él es el protagonista de esta historia a quien en cada escena le dicen que es un “buen chico”, quizá se deba a su carácter servicial y a la vez retraído y silencioso. Un joven gay en busca de su destino, que cuando está a punto de descifrarlo aparece su padre, ex boxeador, alcohólico y además homofóbico, quien estuvo encarcelado durante años. La relación no podía ser más diatópica y aun así más común e incluso trillada.
Sin embargo Paddy logra una fotografía armoniosa, escenas íntimas y silenciosas con Jesús, y una dirección de actores destacable. Sin olvidar su selecta elección de canciones entre boleros y música romántica-pop, que nos narra más emociones que cualquier diálogo en la película. La relación de padre e hijo aunque podría ser más intensa, dando mayor verosimilitud, no se desenvuelve así. El director decide aligerarla siendo muy condescendiente con el espectador y poco arriesgado.
Al final nos encontramos con un largometraje que nos muestra una Habana sin rodeos, con problemáticas evidentes, con personajes resolviendo confusiones a través de soluciones facilistas que no terminan de convencer, pero sí de enamorar.
Por Mónica Samudio
@MoikSamudio