La película sensación de este año para la Academia de Hollywood reivindica la carrera de una cineasta que hace tiempo que se luce dentro del cine de género. Vivir al límite demuestra toda la pericia de Bigelow y muestra un costado de la guerra que el cine no acostumbra a retratar. La película se centra en qué es eso que mueve a los soldados a participar en una guerra y, a diferencia de películas que exacerban los valores patrióticos como Soldado anónimo, la respuesta a ese interrogante la encuentra en esa adrenalina que seguro se produce al desactivar algún artefacto explosivo casero. La tensión que transmite Vivir al límite en sus secuencias de acción filmadas desde el vértigo de la cámara en mano vuelve comprensible esa necesidad hormonal de su protagonista. Tal vez por eso sea que la película pierde mucho cuando la cineasta se aleja del ámbito profesional de sus soldados y quiere meterse en la vida privada de los protagonistas.