Lejos del mundo de plástico
Josef Mengele fue uno de los criminales nazis más tristemente célebres en la Argentina. Y Lucía Puenzo, luego de escribir la novela “Wakolda”, hizo la película para hacer foco en los delirios de Mengele. El resultado es más que logrado. Porque logró transmitir ese clima tenso y represivo de la década del 60 a partir de la cotidianeidad de una familia, con una ideología tan ingenua como conservadora. Esta es la historia de Enzo (Peretti, correcto) y Eva (Oreiro, cada vez mejor actriz), que van con sus hijos a Bariloche para abrir una hostería. Un encuentro casual con un médico alemán modificará sus vidas para siempre. El es un hombre elegante, seductor, pero terriblemente perverso (brillante rol de Brendemül). En ningún momento de la película se menciona que se trata del mismísimo Mengele, pero queda en evidencia. La necesidad por resolver los problemas de crecimiento de Lilith (buen trabajo de la debutante Florencia Bado) genera un vínculo con el doctor, que experimenta con hormonas de animales, pero su objetivo oculto es buscar la perfección en la especie humana. La búsqueda de la perfección atraviesa la cabeza de todos los protagonistas, y hay una metáfora muy sutil en un diálogo en el momento en que se aborda el tema de una fábrica de muñecas. Justamente, Wakolda es el nombre de la muñeca más querida de la adolescente Lilith, quien de a poco irá descubriendo que la vida real está lejos del mundo de plástico.