El cineasta peruano Óscar Catacora presenta Wiñaypacha, la primera película hecha íntegramente en lengua aimara. Esta ópera prima cuenta la historia de dos ancianos y el abandono que los rodea.
Wiñaypacha cuenta la historia de Willka (Vicente Catacora) y Phaxsi (Rosa Nina), una pareja de ancianos aimaras que viven a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar. Alejados de cualquier atisbo de sociedad, estos octogenarios conviven en una casa construida a base de piedras y paja. Acompañados de un perro (al cual llaman Wawa), unas cuentas ovejas y una llama, este matrimonio dedica su tiempo a tejer, labrar la tierra y cocinar.
Willka y Phaxsi parecen tener un único anhelo: el regreso de su hijo Antuku (en idioma aimara significa “estrella que ya no brilla”), que un día se fue a la gran ciudad y nunca regresó. Ella sueña (literalmente hablando) con el regreso de este ¿joven? Con una angustia latente pregunta: “¿Qué hemos hecho para que nos abandone?”, a lo que su marido responde: “Tal vez no sepa que aún estamos vivos”.
Una de las escenas más conmovedoras que enmarca este deseo por reencontrarse con su hijo es cuando ella, entre sueños, escucha el llanto de un bebé. La película parece hacer un quiebre entre lo real y lo onírico, hasta que el esposo la despierta de aquel mundo de fantasías (¿o pesadilla?) y ella instantáneamente toca lo que parece ser el feto disecado de un animal. En ese instante el llanto cesa por completo y todo vuelve a la normalidad.
Wiñaypacha se enfoca, entre otras cuestiones, en el abandono de la tercera edad. Willka y Phaxsi están alejados de la sociedad. No tienen nada más que algunos animales, la infinita naturaleza y sus dioses (quienes para colmo parecen ignorar sus plegarias). Hasta la naturaleza parece empeñada en castigar a estos ancianos. Al fin y al cabo, parece que solamente se tienen ellos. La película no muestra sólo el abandono en la tercera edad, sino que también muestra la marginalidad hacia los pueblos originarios.
La ópera prima de Óscar Catacora no cuenta con una banda sonora. El sonido ambiente es el que predomina en cada escena. Tampoco hay muchos diálogos. Los personajes hablan lo justo y necesario. La geografía parece ser suficiente para contextualizar las vivencias de este matrimonio. La fotografía por su parte es meticulosa. Wiñaypacha está hecha principalmente a base de planos generales. La inmensidad de la naturaleza frente a dos simples humanos que viven en el olvido.