Esperando la extinción…
El caso del séptimo eslabón de la franquicia de los X-Men es sumamente particular ya que estamos frente a una obra muy atrapante cuyo núcleo es por demás anodino, en esencia una actualización estándar de esa vieja premisa a la que los responsables de turno recurren cuando la escasez de ideas alcanza niveles preocupantes, la desesperada “¿qué tal si…?”. A aquellos que les importe un rábano los comics y sólo abracen preceptos cinematográficos a la hora de juzgar lo que acontece delante de sus ojos (al fin y al cabo, hablamos de “material fílmico” y no de dibujitos sobre papel para adolescentes), de seguro les resultará fascinante esta excursión por los vaivenes estructurales y las diferentes capas en cuestión.
Por supuesto que la condición sine qua non para avanzar verdaderamente en el análisis es obviar el infantilismo prototípico de buena parte de la crítica y el público, la primera siempre centrando su alegato trasnochado en sandeces varias referidas a esa “eficiencia retórica compulsiva” que le adjudica a los productos y el segundo considerando al espectáculo y/ o los “espejitos de colores” como la única dimensión interviniente en lo que hace a la recepción. X-Men: Días del Pasado Futuro (X-Men: Days of Future Past, 2014) es la excepción -un tanto paradójica- que confirma la regla, léase el agotamiento de las posibilidades discursivas que en un primer momento ofrecieron los superhéroes de antaño.
Superando la mediocridad de Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World, 2013), Capitán América y el Soldado del Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014) y El Sorprendente Hombre Araña 2 (The Amazing Spider-Man 2, 2014), hoy la realización se sostiene en dos pilares: por un lado tenemos el regreso de la mano maestra de Bryan Singer detrás de cámaras y por el otro está la excelente labor del elenco, en el que se destacan Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. La inestimable participación de todos los involucrados oculta los rasgos más derivativos de un guión que reflota aquel encanto maravillosamente ridículo de Volver al Futuro (Back to the Future).
Ya viene siendo hora de que Hollywood pruebe suerte con una fórmula alejada de los exploitations de la apabullante trilogía de Christopher Nolan sobre el encapotado justiciero. Así las cosas, en contraposición a lo ocurrido con los duplicados de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings), la “vida útil” en taquilla de los superhéroes lamentablemente ha demostrado ser más perdurable y aún se resisten a morir. El cliché vetusto de los viajes al pasado para evitar catástrofes futuras (con semejante título no hay mucho que explicar), pone de manifiesto la inteligencia visual y narrativa de Singer, un director cuyo talento no se puede “clonar” bajo los paupérrimos criterios con los que los popes de los estudios reproducen hasta el infinito la misma metáfora contradictoria que nos ilumina sobre supuestos “procesos históricos” que descansan en individualidades suprahumanas. Pero a no perder las esperanzas: sabemos que sólo basta un fracaso comercial para la “extinción” de todo proyecto protagonizado por bobos con calzas ajustadas y diatribas de plástico…