El mundo fue y será una porquería
Ya lo decía Enrique Pinti: pasan los años, quedan los artistas. Sí, los mismos artistas que, con el tiempo, han trascendido los escenarios y la pantalla de la televisión argentina; que han sabido ganarse un lugar en la historia del espectáculo, casi todos han tenido su merecido homenaje.
Tita Merello, reconocida actriz y cantante de tango, se mantuvo como un ícono nacional durante muchos años, su carrera dejó mucha tela para cortar, y hoy estamos ante una película que, no sólo adapta su vida y cómo fue su largo camino al éxito, sino que plasma todos los trasfondos de una historia dura y conmovedora.
Teresa Costantini volvió a centrarse en la biografía de una personalidad aclamada por el público, experiencia ya transitada en su anterior película Felicitas (2009), que no tuvo la mejor aceptación ni por la crítica ni por los espectadores. Las segundas oportunidades nunca están de más, por lo que Yo soy así, Tita de Buenos Aires podría haberse tratado de un regreso redentorio…cosa que no sucedió.
El filme busca a toda costa edulcorar la historia de la cantante como si de una transposición de Cenicienta se tratase. Si bien la caracterización de Mercedes Funes como Tita es correcta, nadie acompaña lo suficiente como para ponerse a la altura de las circunstancias. Todo parece un armado de cotillón de bajo presupuesto, hasta el maquillaje brilla por su ausencia. El casting casi roza la falta de respeto para con las personalidades interpretadas; si bien es cierto que la película está centrada en Tita Merello, al menos el resto podría intentar ser mínimamente creíble, aunque sea un poco.
Aunque la puesta en escena le otorga el brillo necesario para que la protagonista se luzca, es muy poco lo que se puede hacer con un elenco tan fuera de tono y un guion que es un compendio de clichés. Las canciones al menos están bien ejecutadas, musicalmente el tono del filme es correcto, lo suficiente como para hacer la narración fluida y con ritmo.
La Merello todavía deberá esperar hasta que llegue su merecido reconocimiento, al menos uno digno del valor de una entrada de cine.