Yo soy Simón: Serás quién debas ser…
“Antes que nada ser verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como que la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie.”
Hamlet, 1.º acto, escena III
Pienso en una lista de films sobre la temática LGBTQ, en las que el asunto es visto desde varios puntos de vista aunque generalmente bajo los mismos términos; el despertar sexual y la rebeldía que supone amar a quien elegimos a pesar de convenciones sociales y familiares, acompañado de una inusitada violencia por parte de los otros. Siempre la mirada adulta a situaciones adolescentes; crítica a los radicales conceptos sociales, en que los protagonistas deben luchar por saberse ellos, aceptarse. Drama, historias de iniciación ocultas, sombras y miedos.
Pero los tiempos cambian. Call Me by Your Name (2017) es sinónimo de esto. Ya no es trasgredir un mundo, sino a penas las propias limitaciones para amar, es una cuestión interna, propia. Una decisión que por defecto modificará a otros. Quizás por eso, y más allá de lo manida y convencional, Love, Simon de Greg Berlanti (que vuelve al cine después de la malvenida Life as We Know It – 2010) es una bocanada de aire fresco en el tema.
Simon Spier es un joven 16 años que no se atreve a revelar su homosexualidad. Pero un día, uno de sus correos electrónicos llega a manos equivocadas y las cosas se complican extraordinariamente. Historia que bebe de la novela escrita por Becky Albertalli, titulada “Simon vs. the Homo Sapiens Agenda“, todo un sarcasmo a la conocida “agenda homosexual”; término que fue empleado frecuentemente por los conservadores en los debates acerca de la situación de los derechos LGBT en los Estados Unidos. Hoy en día caída en desuso la afirmación, como algunos de los tópicos que trata el mismo libro y que, a pesar de sus buenas intenciones, la película utiliza, dejando cierto sabor a demodé en su visionado.
Pero y a pesar de ello, que podríamos ejemplificar con el único chico gay visible de la escuela, interpretado por Clark Moore con todos los cliché al uso. Lo interesante del film es la propuesta de base: una “comedia romántica de secundaria” en la que un chico encuentra el valor de ser a través de otro y del que de a poco se irá enamorando.
He aquí, lo que hace de Yo soy Simón una novedad. Es la historia de un chico que se enamora de otro, en medio de una serie de conflictos que no llegarán al drama, pues se apela a la ternura y a la comprensión de un mal entendido que nada tiene que ver con la elección. Son, entonce otros los miedos; una confusión que surge más de su temor que de la realidad social de su entorno. La vie d’Adèle – Chapitre 1 & 2 (2013), Beach Rats (2017), son un feroz alegato a lo que deben enfrentar las personas cuando contradicen el sistema imperante. Mientras que Simón es la delicada historia de amor de un adolescente que debe romper desde adentro para alcanzar la confianza de saberse completo.
Yo soy Simón es ligera y no por eso intrascendente, Greg Berlanti que sí ha logrado interesantes productos en la televisión, y creemos que por eso ha sido el director elegido, hace de esta película una risueña comedia pop. Sutil en la construcción del drama, logra que la salida del clóset del personaje sea más una aventura que algo desolador. Sumado a un elenco que traza personajes tiernos y que más allá de lo remilgados en sus conflictos, logran la simpatía del público. Es en definitiva una coming of age, del despertar de la identidad propia en la que el conflicto puede ser superado sin terribles y angustiantes cicatrices, en la que el amor puede salvarlo todo, de que él puede estar esperándote a un banco de distancia… Eso también es interesante de ver y vivir.