A los 83 años, el español Carlos Saura no sólo es uno de los grandes directores que sigue en actividad sino también uno de los más versátiles. Su filmografía incluye obras como Peppermint Frappé y Cría Cuervos, que hablan de los oscuros tiempos del franquismo, y también dramas sociales (Deprisa Deprisa), comedias (Ana y los Lobos, Mamá Cumple Cien Años) y films biográficos (La Noche Oscura, Goya en Burdeos). Datos que no alcanzan para adentrarse en una carrera que sigue siendo reconocida y admirada. Pero sí es preciso mencionar ahora sus incursiones en el terreno musical, que ocupa un espacio de privilegio en su filmografía. Primero fue la trilogía compuesta por Bodas de Sangre, Carmen y El Amor Brujo, junto al coreógrafo Antonio Gades. Luego vinieron Sevillanas, Fados y Flamenco y su secuela. Se trata de musicales puros, y si bien no hay una trama en el sentido más tradicional, poseen dramatismo, fuerza y una capacidad de cautivar que va más allá del conocimiento que se tenga de esos ritmos, ya que apuntan directo a los sentidos. Una visión única, influida por su tarea como fotógrafo de los festivales de música y danza de su país.
Y es un film de esas características el que lo trae de nuevo a la Argentina, donde ya había realizado El Sur y la nominada al Oscar Tango. Esta vez, su ojo y sus oídos se posaron en la música autóctona, y el resultado es Zonda, Folclore Argentino. Desde la zamba hasta la chacarera, pasando por el gato, el bailecito y la baguala, entre otros géneros del folclore, interpretado por artistas consagrados en la materia (Jaime Torres, El Chaqueño Palavecino, Soledad Pastorutti, Juan Falú, Peteco Carabajal, etc.), por quienes trascendieron esa campo (Jairo) y por figuras que no vienen de esos terrenos pero demuestran ser grandes conocedores, como Lito Vitale, Horacio Lavandera y Pedro Aznar. Cada imponente número incluye con puestas en escena de telas, contraluces y, en algunos casos, coreografías a cargo de los hermanos Koki y Pajarín Saavedra. Y para que la experiencia sea completa, homenajes indispensables -y muy emotivos- a Mercedes Sosa y a Atahualpa Yupanqui.
Sin importar qué conocimiento se tenga de la música ni de los músicos que aparecen en pantalla, y alejado de cualquier estilo for export para iniciados o extranjeros atentos a los exotismos, Zonda, Folclore Argentino nunca deja de ser fascinante y funciona como un reencuentro con las tradiciones nacionales. Sin duda, Saura continúa en forma, siempre dispuesto a asombrar al espectador.