Las relaciones entre cine y política han existido casi desde el mismo origen del séptimo arte; el primer film que se ocupó del tema fue El nacimiento de una nación de David W. Griffith (1915). La tierra que más títulos brindó dentro de este "género" fue (y es) Estados Unidos; este país siempre se debatió entre mostrar la Historia o ser propagandista, pero más allá de sus matices, mostró las belicosidades eternas entre republicanos y demócratas y retrató (con innumerables biopics) a sus presidentes. En Secretos de Estado, Stephen, un joven responsable de la campaña por la presidencia del demócrata Mike Morris, descubrirá que en los caminos de la política sobrevivir a la corrupción, no es nada fácil. George Clooney es el responsable de llevar a la pantalla grande la obra de Broadway Farragut North; es el cuarto trabajo que dirige el actor y el segundo que se ocupa del ámbito político; el primero fue Buenas noches y buena suerte (2005), donde el director se interesó por la caza de brujas (léase comunistas) llevada a cabo por el senador Mc Carthy. Clooney ha admitido abiertamente su tendencia demócrata y su apoyo a Barak Obama. El título original (y mucho más meritorio) de Secretos de Estado es: The ides of March, Los Idus de Marzo; un dato para nada menor, ya que es interesante ver como el director enlazó el peso histórico de la frase con la actualidad; hay que recordar que los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre y los días 13 del resto de los meses; los idus de Marzo son famosos porque Julio César fue asesinado en esos días. El enlace que hace Clooney quizás se refiere a que las cosas en la política no han cambiado mucho desde los días del Imperio Romano: la tentación al engaño existió y existirá, la lucha de algunos políticos por resistirla (no siempre con éxito) también. Por otro lado, los dioses y los días de augurio no siempre corren para los mismos beneficiarios. Ryan Gosling interpreta al idealista Stephen, George Clooney al carismático pero cínico Morris, Philip Seymour Hoffman al fiel Paul, Paul Giamatti al calculador Tom, Evan Rachel Woods a la conflictuada Molly y Marisa Tomei a la tenaz periodista Ida. Gosling está muy bien pero podría estar mejor, al igual que Clooney, las damas consiguen un bueno y los restantes un excelente. Secretos de Estado es una película oportunista (porque no es casual que se estrene a escasos meses de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, aunque Clooney haya afirmado que “no se trata de una película política” que más bien “es un drama sobre un hombre que quiere tener éxito a cualquier costo, el viaje de un joven político que trabaja para un candidato en las primarias. Trata sobre la pérdida de la inocencia y la dignidad. Es un thriller político, no una lección cívica”) y políticamente correcta (porque podría haberse excedido un poco más en los enfrentamientos y no lo hizo). De todos modos su mayor logro es ser entretenida y a la vez, poner en el tapete un tema, que aunque trillado, es necesario tener presente.
DESENMASCARANDO AL DIOS CAPITALISTA Carnage fue dirigida por el polaco Roman Polanski (Chinatown, El pianista), quien se basó en la obra teatral homónima de Yasmina Reza. Christoph Waltz (Bastardos sin gloria) y Kate Winslet (El lector) interpretan a los padres de Zachary, quien sería el presunto golpeador, y John C Reilly (Criminal) y Jodie Foster (Anna y el rey) a los progenitores de Ethan, el niño agredido; ambas parejas, casi cuarentonas, pertenecen a una clase acomodada, pero luego de unos minutos de charla, cuando salen a relucir sus opuestos puntos de vista, no podrán ocultar tanto sus miserias económicas como personales. La película transcurre enteramente en una habitación, espacio que se vuelve claustrofóbico a medida que avanza el relato y que lleva a relacionarla con Tape de Richard Linklater. Para sostener la atención, la historia cuenta con pequeños elementos que se van volviendo centrales: un hamster, una tarta de manzana y pera, un florero con tulipanes, un teléfono celular, una cartera. Carnage podría traducirse como matanza o carnicería, pero si se piensa en el título original de la obra teatral: Le dieu du carnage (algo así como el dios de la masacre) puede entenderse un poco más a qué apunta la cinta; quizás, no sólo a esa masacre (verbal y algo física) que llevan a cabo los dos matrimonios sino a aquella que enfrentan especialmente, y a diario, los miembros de la pequeña burguesía; esa masacre que apunta a "caretear", a querer ser el dios de los buenos modales, de tenerla clara en la vida y de vivir en lo superficial. En el film, a pesar de esta mirada ácida, hay espacio para el humor pero el marcado aire de las tablas a veces resta credibilidad a lo que se venía consiguiendo. Algo muy interesante es la importancia que se da a la correcta utilización de las palabras, decir que un niño estaba armado con un palo no es lo mismo que que decir que llevaba uno, como tampoco lo es llamarlo cavernícola sólo por que siguió sus instintos y no los pudo contener. El compositor francés Alexandre Desplat (El discurso del rey, El Árbol de la vida), quien ya había colaborado con Polanski en El escritor oculto, es el resposable de la banda sonora. Aunque la cinta esta situada en Brooklyn, Nueva York, se rodó en París debido al problema legal del director, que le impide ingresar a los Estados Unidos.