La favorita:
De un rey de las calles de la antigua china, nos trasladamos a la Europa de principios del siglo XVIII: Inglaterra y la intimidad de su Reina. ‘La Favorita’ (2018) es un film del director griego Yorgos Lanthimos, quién nos sumerge en la historia de una mujer enfermiza y trastornada, afectada por la pérdida de sus hijos, la que reemplaza por un elemento simbólico que apacigua su amargura y alimenta su fantasía, amenizando su existencia en las apoteósicas habitaciones al interior del palacio.
Junto con ello, el ímpetu, la fuerza, el amor por la patria, la pasión y la carnalidad son representadas por Sarah (Rachel Weisz) personaje empoderado, dictatorial y el deleite de la reina a quién deja todo en sus manos. Sin embargo, la aparición de un tercer personaje complica la situación emocional entre ambas poderosas: la llegada de la joven sagaz y magnífica estratega, la prima desafortunada de Sarah, Abigail (Emma Stone), es la responsable de su disputa. De apariencia inofensiva, logra mediante artimañas y oportunidades bien aprovechadas, convertirse en la nueva favorita de la Reina Ana.
La trama pone su énfasis en la figura de la mujer, quién goza de un tan esperado y necesario ensalzamiento de su figura por estos días. Tres mujeres de distintas edades, todas juegan el papel de víctimas y victimarias, fortalecidas por la vida, todas hijas del rigor en tiempos del patriarcado y ganadoras matriarcales de sus vidas, en esta lograda narrativa cuentan las desventuras y aciertos que el poder y el amor entre teje sus destinos. Las ansias de poder son una determinante en muchos de los acontecimientos, sin embargo carecen del amor verdadero por tanto el sufrimiento es una consecuencia inevitable de sus actos.
“La Favorita” es una intensa e interesante visión sobre las mujeres al mando, la que plasmada en arriesgados planos con una fabulosa ambientación y sonoridad, incrementando en bastantes ocasiones la tensión de la escena. Una fotografía que se ilumina a la luz de las velas, un presente Barroco de toque moderno con sus claros oscuros finamente trabajados complementan por cierto un refinado vestuario. El rol -a ratos irónico y burlón- que ocupan los hombres y su masculinidad conforma junto a lo anteriormente citado una exquisita comunión de elementos que hacen placentera toda la jornada.
Como el artículo anterior, si tuviésemos que elegir una toma donde se reúnan todos estos aspectos, incluyendo su calidad estética, es probable que varias sean las que se nos vienen a la mente. A pesar de ello es preciso en esta sección atrevernos al menos con una y la apuesta es por la escena de la reina Ana en la fiesta de la corte en su palacio. El primer plano de la reina capta el momento justo en que ella observa convencida que la alegría de la fiesta es contagiosa, su sonrisa poco a poco se va desfigurando sentada en su pomposa silla de ruedas. Un baile bastante irreverente pero que da un toque de espectacularidad a la escena comienza su adorada Sarah en honor a su presencia, pero del cual no puede participar más que como una espectadora del instante.
Finalmente, es una espectadora de su propia vida, encerrándose en la amargura y el odio, aquel momento es el comienzo de la decadencia y la locura inminente delatando sus primeros signos. Luego de ser testigos de un ceremonioso rito, presente en cada una de las cotidianeidades de su vida (que proporciona ese aire de divinidad a su persona), vemos como aquella poderosa imagen se desmorona entre tanta tela y oro. En este minuto somos espectadores de su intimidad y hayamos humanidad en su debilidad.
Este momento se construye gracias a un conjunto de factores bien afiatados. El sonido, como mencionamos, es un recurso muy potente e interactúa exitosamente con la imagen, la cual es oscura, dolorosa y acompaña de maravillas el sentir, magistralmente representado por Oliva Colman (ganadora del premio Oscar, Mejor Actriz 2019).
La película es una pieza audiovisual audaz, atrevida y de un carácter dramático realista, la historia no se detiene en injusticias sociales, religiones, ni problemáticas políticas de la época si no que, se concentra en el desarrollo de la historia de estas tres mujeres y sus principales características. Es una obra que trasciende a su contexto por el contenido de la trama -una Inglaterra matriarcal como ya sabemos-, esta vez contada desde el interior de una alcoba, desde la entrañas del dolor histórico y su papel primordial en el desarrollo del relato occidental. En él, una vez más las emociones finalmente toman las riendas de una nación, reafirmando que son los sentires quienes nos gobiernan siendo la falta de amor la que nos corrompe el alma.
Sin duda un film para toda mujer, y un gran aporte para todo hombre en su obligatorio proceso de deconstrucción
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