Hombre mirando al espacio Los viajes estelares y el amor parecen ser siempre una buena opción, pero solo cuando la idea argumental pueda ser sostenida durante el film. En Pasajeros, la nueva película de Mortem Tyldum (director de El código enigma con Benedict Cumberbatch), un hombre que viaja junto a 5000 pasajeros hacia un nuevo planeta donde habitara la raza humana, se despierta mucho antes de llegar. Una idea poco original. Preston, el personaje de Chris Pratt, decide que no va a vivir solo y despierta a Aurora (la peor interpretación de Jennifer Lawrence hasta el momento), para así vivir lo que resta del viaje juntos. Eso sí, algo que me llamó la atención de ese viaje es la culpa que genera la acción de Preston. Algo se removió en mí. A partir de ese suceso, lo que se puede ver es un melodrama común y corriente, entre ellos no hay la química que se podía esperar y el guion falla. Sí es destacable el arte y la fotografía de Rodrigo Prieto.
Historias de taxi En una Argentina bastante dirimida entre la cuestión de los taxis y el servicio de Uber, llega Hijos nuestros a los cines. La nueva película de Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez que narra la historia de Hugo, un taxista cuya vida sin sentido empieza a tomar color cuando conoce a dos personas inesperadas en su vida. Hugo, encarnado por Carlos Portaluppi, es un taxista que pareciera no realiza otra cosa en el día más que su labor, sumado a ver al club de sus amores, San Lorenzo de Almagro, por el cual siente una pasión digna de un futbolero argentino. Vive solo, tiene una relación obligada y fría con su madre y no tiene pareja o familia, por lo cual recurre a los servicios de las prostitutas. Pero hay un vacío en la vida de Hugo, y eso es la compañía, el interactuar con gente además de sus colegas taxistas o amigos del barrio de Boedo. Silvia (Ana Katz) y Julián, una madre soltera y su hijo, irrumpen en la vida de Hugo para empezar a cambiarle el panorama de la misma a este para siempre. Ella es una cocinera de religión budista y él un fanático de Vélez Sarsfield, vaya problema este, con un talento bastante particular para jugar al fútbol a su edad. Ambos personajes comenzarán a devolverle a Hugo esas ganas de vivir que su profesión y sucesos de su vida le han quitado. Hijos Nuestros es un film bastante conciso que refleja una gran porción la cultura argentina en su máximo esplendor, de la manera más cruda, porque la única forma de la cual pueden entender a un argentino, es siendo argentino sin disfraces arriba. Como dijimos anteriormente, Hugo es un hincha fanático y apasionado del “cuervo”, pero Julián, paradójicamente, es de Vélez Sarsfield, tal vez su rival más marcado en las últimas décadas, lo cual logra poner a trabajar en el protagonista la labor de empezar a dejar de lado cuestiones históricas y abrir su corazón a las personas con quienes jamás se hubiera imaginado hacerlo. La trama juega con el concepto internalizado que el imaginario colectivo maneja respecto a los taxistas, personas austeras, de pocas palabras, de vicios varios, pero justamente anima a creer que las cosas no son “tan así” como a uno se les dibujan. Hugo no encuentra el rumbo, pero se aferra a su máxima pasión, la cual se encuentra por encima de cualquier cosa en su vida, San Lorenzo. De a poco comienza a darse cuenta que es disfrutable el hecho de compartir su vida y ayudar a la de otras personas, con lo cual comienza a sentirse mejor y poder lograr un equilibrio con lo que le hacía bien y lo que puede hacerlo sentir mejor aún. Hijos nuestros es una película que nos lleva de viaje, valga la redundancia, por varios aspectos culturales nacionales, los cuales están más que bien definidos e interpretados, con actuaciones sólidas, sobre todo la de su protagonista, logrando meterse de la mejor manera en la piel de un hombre que maneja un coche 12 horas al día sin expectativas de vida por lo que pueda venir en el futuro.
Allá por enero de este año, Sean Baker sorprendía a todos los espectadores del Sundance Festival con una película filmada íntegramente con un IPhone 5s, lo cual ya era motivo de alerta para quienes amamos el cine mumblecore (bajo presupuesto). Hace unas semanas, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata también se dio el lujo de proyectarla, esta vez con localidades agotadas. Algo se debe traer esta película, no solamente el hecho de ser innovadora por la precariedad de su rodaje. Lo cierto es que Tangerine representa una bolsa llena de conceptos polémicos, la cual la convierte en uno de los films más interesantes de lo que va del 2015. Tangerine relata la historia de dos prostitutas transexuales californianas, Sin-Dee y Alexandra; la primera de ellas, con una condena recientemente cumplida, disfruta de su libertad, pero al encontrarse con su amiga, Alexandra, se entera que su novio y proxeneta, Chester, la engañó con otra de sus chicas mientras ella pasaba los meses tras las rejas. A partir de ese momento, el resto del relato girará en torno a la búsqueda, por parte de Sin-Dee, de la prostituta con la cual su novio pasaba el rato en su ausencia. Paralelamente, nos presentan también la historia de Raznik, un taxista armenio que frecuenta este hábito de las calles y admirador de Sin-Dee. Lo primero que hay que destacar de este film es, sin dudas, el guion. Tal vez la técnica no se la mejor implementada, y hayan baches que sea dignos de una crítica, pero el empeño que Baker puso en este proyecto es más que suficiente para contrarrestarla. Uno de los primeros pilares fuertes que presenta esta historia es la crítica social que realiza a la sociedad, californiana en este caso, apuntada hacia la discriminación que los transexuales sufren en las calles. Las dos actrices principales, Kitana Rodriguez y Mya Taylor, son trans además de artistas, es decir no se trató de una interpretación por parte de un actor al estilo Eddie Redmayne, sin desmerecer al aclamado actor inglés, claramente. La puesta en escena de dos trans en el papel de dos trans le da una cuota de credibilidad y naturaleza al relato, la química que ambas tienen durante el film es algo sorprendente. Por otra parte, esta película es también, en cierto sentido, un llamado al animarse a hacer cine a los jóvenes indecisos, el IPhone 5s no es ni el mejor ni el peor modelo de Apple, sin embargo se logró un material más que aceptable cuando uno se propone llevar a cabo una idea. Habría que ser demasiado meticuloso para tener que hondear en este aspecto cuando el resto de la presentación resulta impecable, mismo sucede con la historia, es una trama divertida, 88 minutos de un ida y vuelta constante por las calles de California junto a estas dos actrices que, sin dudas, se llevan todos los vistos buenos desde la puesta en escena.
Si hay algo que caracteriza a los hermanos Dardenne, es que las tramas de sus películas son por demás mundanas, es decir, la gran mayoría de la gente podría sentirse muy identificada con sus personajes y la historia que ellos ofrecen. Tras su último film El niño de la bicicleta (The Boy With The Bike, 2011) los belgas nos traen Dos días, una noche (Two Days, One Night), el cual se centra en la crisis económica que hoy vive Europa y la aborda de manera muy profunda. Marion Cotillard, quien es claramente la máxima atracción en este relato, interpreta a Sandra, una empleada de una planta bioquímica quien fue despedida luego de haberse tomado una licencia consecuencia de una crisis nerviosa. La única forma que tiene de volver a conseguir su empleo, es convenciendo a sus ex compañeros –en un fin de semana- a que renuncien a sus bonos de euros los cuales les fueron otorgados por haber reducido el número de empleados. Pero Sandra también vive otra realidad paralela en su casa, si bien el contexto en el cual vive la ha llevado a su crisis, su gran desafío doméstico es no transmitir estos sentimientos a su hija y su esposo. Esto se vuelve inevitable de a momentos, los llantos son espontáneos, la presión que su situación laboral causa es apenas contrarrestada por la presencia de su marido. Podríamos concebir esta película como una crítica social –desde el punto de vista artístico- al presente que vive Europa en su economía, la labor de la protagonista se vuelve cada vez más dura, ya que está pidiendo a sus amigos nada más ni menos que renunciar a un puñado importante de dinero en épocas de crisis económica. También tenemos que resaltar el papel de su marido, interpretado por Fabrizio Rongione, quien es el sustento emocional de Sandra, quien debe hacerse cargo de su hija en los momentos en los cuales ella no puede dar presencia. Sin dudas esta película no sería la misma si la actriz fuese otra. Una Marion Cotillard que sostiene la vértebra de esta película de forma constante, de aspecto exhausto, flaca, interpreta a la perfección a una madre con trastornos depresivos. Este aspecto, en combinación con el contexto actual que envuelve al viejo continente le otorga un realismo imponente a esta historia. Otra perla en el haber de estos talentosos realizadores belgas.
El lado oscuro de la electrónica "Quería avanzar en mi forma de hacer películas, en cierta manera quería ayudar a mi hermano y tenía esta idea de hacer una película sobre mi generación y sobre el amor hacia la música que compartíamos mi hermano, yo y otros de nuestros amigos." Mia Hansen-Løve Probablemente si nos pidieran que nos transportemos mentalmente en el tiempo hacia la Francia de mediados de los años 90, en la escena musical más precisamente, lo primero que se nos venga a la mente sea Daft Punk. Todos conocemos al exitoso dúo compuesto por Thomas Bangalter y Guy-Man, pero si intentamos rescatar otros proyectos de la época que hayan tenido igual reconocimiento, tal vez sean nulos nuestros resultados. Desde ese mismo rincón del under de la escena, cuasi anónimo en todo sentido, la francesa Mia Hansen-Løve presenta su historia. Eden narra la historia de Paul (Félix de Givry), un joven de 20 años, simpatizante de lo que hasta ese entonces era conocido como sonido House Neoyorquino/French House/Garage, quien junto a su grupo de amigos decidirán tomar el mando de las bandejas y meterse de lleno en ese mundo. Tal cual acusa su edad, Paul todavía es estudiante y por ende tiene responsabilidades académicas, las cuales se verán cada vez más lejanas a medida que se vaya introduciendo en el mundo de la electrónica. Se trata de un universo totalmente diferente visto desde afuera, la directora logra dejar en claro el mensaje: “a la vista es hermoso, pero no te quieras meter ahí porque la vas a pasar mal”. Así como la electrónica sacará a relucir el talento de Paul, se puede afirmar que su vida personal es indirectamente proporcional a este éxito. Demasiadas giras, excesos, malas compañías, hacen del protagonista un joven capaz y distinguido entre los demás, pero susceptible sentimentalmente, lo cual pesará más en la balanza al momento de hacer un balanza. Esa sensación de disconformidad con lo que uno tiene actualmente, el aburrirse constantemente de las personas que lo rodean –especialmente en el plano sentimental- y el elegir a los excesos como la salida más factible terminarán por darle forma a la cabeza de nuestro protagonista. Una forma alternativa de apreciar este segundo film en el haber de la directora francesa, sería como la de un pseudo-documental acerca de lo que ocurría en Francia con las bandas electrónicas, las cuales eran testigo del éxito de Daft Punk, quienes, dicho sea de paso, aparecen interpretados por Vincent Lacoste (Thomas) y Arnaud Azoulay (Guy-Man). El hecho de sentir que están dando lo mejor de uno pero que sin embargo todo sea en vano dado que un dúo de voces electrónicas están reventando el mundo a gusto y placer. Todas sus apariciones marcan un quiebre en sus películas y, además, resaltan el poder del anonimato, ya que nunca se los podía reconocer como tales sin que alguien propio del ambiente confirmara que se trataba de ellos, un encriptado mensaje de “no te tiene que importar quién soy, sino lo que hago”. Es una lástima que este film no esté en planes de estreno comercial para nuestro país, no así para Europa, ya que en España se estrenará el 18 de septiembre en el marco del Festival de San Sebastián. El auge y caída de la carrera musical de Paul y su agrupación “Cheers” fue una de las joyitas que nos dejó el último festival de cine francés llevado a cabo en Buenos Aires. El reparto de la película está compuesto por Félix De Givry, Pauline Etienne, Vincent Macaigne, Greta Gerwig, Golshifteh Farahani, Hugo Conzelman y Roman Kolinka.
El renacer del cine de terror Una chica está corriendo por las calles. Suponemos que escapa de alguien dada su cara de pánico. Un asesino, un “monstruo”, Jason, ¡algo tiene que perseguirla!, tal vez un ente paranormal, ¡ah, pero no!, eso último no, porque solamente sucede dentro de las casas. La cuestión es que la primera escena que nos regala la última película de David Robert Mitchell, Te sigue (It Follows), trata de lo que hablamos anteriormente. Una muchacha de un pequeño pueblo de Estados Unidos escapa de “algo” hasta que decide dejar de hacerlo, rendida y cansada de su condición decide entregarse a eso que la sigue, se despide de sus padres por celular, pantalla en negro y en la siguiente escena voila: la joven muerta en la playa de una manera un tanto brutal y hermosa para el cine de horror. Así comienza el film. A esta escena logro verla como un paralelismo con lo que ocurre en la industria del cine terror, la resignación de tener que adaptarse a un sistema ya establecido dentro del género y dejar morir las ideas revolucionarias de uno. Qué dilema el hecho de ser director especializado en el cine de terror o incursionar en el mismo; me refiero a que ya es la inercia misma la que nos dicta que los entes paranormales solo te siguen dentro de una casa, los hombres lobos en el bosque y los asesinos seriales debajo de tu cama. Se formó como una esfera en donde todo está ya predeterminado de fábrica y los directores al momento de afrontar un proyecto cinematográfico de éste género se encuentran con que es poco el espacio que tienen para dejar su huella en la industria. Los amantes del cine de culto estamos cansados ya de la típica película de terror en la cual nos presenta la historia de una familia disfuncional la cual se muda a una casa en medio de un pueblo muerto en el Oeste de EEUU y que dentro de la misma viva un ente paranormal que les hace la vida difícil hasta que resulta que uno de sus hijos es la clave para vencerlo o simplemente escapan. Este argumento lo sabemos de memoria y nos enoja mucho que de despilfarre plata en cosas tan monótonas. Pero la moda así lo dicta. Rescato Te sigue de toda esta camada de la nueva década porque Mitchel entendió todo. No sólo entendió el concepto, sino que también dejó su marca y revirtió el argumento de lo que podría ser una película más. El secreto del éxito de una película de terror está en la fabricación de una atmósfera totalmente innovadora para el espectador, una atmósfera en la que no se sienta habitué y la que ya sabe cuál será la resolución del relato. En esta ocasión, no sabemos siquiera quién o qué es lo que nos espanta. Jay es una chica de 18 años que tiene su primer encuentro sexual con su novio en la parte trasera de su auto. Acto seguido y luego de un poco de palabrerías, el chico precede a dormirla con cloroformo y en la siguiente escena aparece atada en una silla: acá es cuando viene lo interesante. Algo comenzará a seguir a Jay a lo largo de todo el relato. ¿Qué es? No lo sabemos con certeza, pero es “algo” que no nos gustaría saber qué pasaría si nos atrapara. La cuestión es que esta “maldición” o ente perseguidor se transmite mediante el acto sexual, y la única forma de desligarte de él es teniendo sexo con otra persona, siempre y cuando no lo maten a él, porque si no volverá a seguirte a vos. ¿Qué es lo más morboso? No es raído, tampoco corre, no tiene una forma definida, simplemente camina hacia vos. Tomando muchas formas de muchas personas. Nunca podrías darte cuenta de que es “eso” porque nunca repite su forma, solamente te vas a dar cuenta porque camina hacia vos lentamente. Espeluznante. A lo largo de toda la película Jay intentará escapar y también seguir la cadena para que dejen de perseguirla y eso la vuelve más que interesante, finalmente disfrutamos un argumento que no transcurre todo dentro de una casa o que no se trata de un enmascarado al mejor estilo plagio de Halloween. Creo que esta apuesta del director trasciende claramente del cine de horror este año y es más que digna de ir a disfrutarla en el cine por varias razones. La más importante según mi criterio: las escenas musicalizadas. La musicalización de esta película no solo es atrapante, sino que también roza la perfección de a momentos, entintando escenas significativas como las de escapes o las de Jay reflexionando acerca de su presente. No abusa de los sonidos-sorpresa tampoco lo cual ya es digno de un aplauso. Tal vez este sea el comienzo de un nuevo estilo del cine de género, esperamos también por más películas de David Robert Mitchel quien hasta ahora solamente contaba con un antecedente: The Myth of the American Sleepover de 2010. Te sigue merece ser vista en cine y no me van a leer muchas veces invitándote a ver películas de terror al cine.
Aquellos años maravillosos Hoy en día podemos diferenciar dos estilos de parejas post 40: por un lado, aquellos que conviven en un matrimonio con hijos y por otro, quienes aún vagan por las aguas de la incertidumbre acerca de dicho tema. Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi Watts) están ubicados en el segundo de estos grupos. Viven una vida bastante confortable en la ciudad de Nueva York. Él es un documentalista apenas reconocido en el medio, mientras que ella, la hija de otro experto en el séptimo arte, famoso en todo el país. Como a toda pareja perteneciente al segundo grupo, comienza a incomodarle la relación con las del primer grupo, y la principal causa serán, claramente, los bebés. Josh y Cornelia conocen a Jamie (Adam Driver) –documentalista aficionado- y Darby (Amanda Seyfried), una pareja joven con demasiada energía y libertad. Tal será la esencia de la pareja que los protagonistas se contagiarán de ellos y comenzarán a vivir de manera más suelta su vida, despertando, entre otras cosas, la carrera trunca de Josh. Noah Baumbach viene de regalarnos una película hermosa como Frances Ha (2012), por lo cual, tal vez, hayamos puesto la vara un poco alta en esta ocasión. Mientras seamos jóvenes es una comedia que aborda dos cuestiones bien remarcadas: la sociedad y la industria cinematográfica. Con un guion bastante completo, tal vez lo mejor de la película junto a las actuaciones de Stiller y Driver (Girls, Frances Ha, Star Wars TFA), nos promete un viaje en el cual vamos a reírnos de nuestros propios estereotipos sociales, como por ejemplo: una pareja de edad media sin niños es una pareja totalmente incompleta y no tiene nada por lo cual seguir adelante. A lo largo de la película vamos a descubrir cómo es posible que una pareja entrada en edad pueda encontrar su salvavidas en otra de corta edad, llena de vida y proyectos a realizar, como si fuese una utopía propia de la vida de todos los espectadores. El papel de Ben Stiller es por demás sobrio, interpretando a la perfección a un documentalista varado en la mitad de su carrera, ya sin ideas, con un proyecto a medio terminar el cual según él, será su opera definitiva como realizador audiovisual. Pero este personaje es aún más completo, es arrogante, orgulloso y no permite que el triunfo en su carrera sea responsabilidad pura y únicamente suya, por lo que conocer y establecer una amistad con Jamie será más que un desafío. Adam Driver por otra parte, como nos tiene acostumbrados a quienes lo seguimos de cerca hace tiempo ya, no da pie a decepciones en sus papeles. En Frances Ha tuvo su corta pero contundente aparición, con la cual supo llamar la atención en la pantalla grande. Esta vez interpretando a un joven cineasta lleno de sueños y proyectos, con su vida amorosa ya armada y toda la ambición del mundo en su oficio. Lo último es lo que dará pie a complementar los proyectos de Josh, quien de a poco junto a su esposa comenzará a emparejar su energía con la del joven matrimonio. En cuanto a Naomi Watts, interpreta un papel sobrio, no sobresale del resto pero se mantiene en una línea decente. Una esposa que ayuda a su marido director y que lucha constantemente contra los prejuicios -internos y externos- por no haber formado una familia, en busca de un ambiente que le asegure armonía constante sin tener que forzar encuentros o mismo las relaciones. Por otra parte Amanda Seyfried, si bien no tiene una participación destacada, presenta un personaje que va de mayor a menor, con un autoestima el cual se presenta como el más alto jamás conocido, aunque con el correr de las escenas nos irá demostrando la verdadera cara de la relación que lleva con su esposo. Mientras Seamos Jovenes es una linda comedia que crítica a la sociedad, no es la primera vez que el bueno de Noah Baumbach se sumerge en estas cuestiones, The Squid & The Whale (2005), nos presenta la historia de dos hermanos que viven las primeras etapas de un divorcio; Frances Ha (2012) relata la historia de una joven muchacha en busca del sentido de su vida, Greenberg (2010) un adulto con problemas psiquiátricos encuentra el amor y sus consecuencias; entre otras. Habrá que empezar a seguir más de cerca su carrera, dado que es un director que viene cumpliendo una buena tarea en sus últimos proyectos, además de que siempre cuenta con actores más que talentosos.