Es común (yo diría que es condición sine qua non) que una película de autor sea imperfecta. Por lo menos como obra en sí misma. Desde los 50' que varios críticos nos explicaron que existe cierto cine que para ser experimentado en plenitud debe ser tomado como una pieza de algo más grande; que necesita de algo más para ser completada. Vemos en ella cosas que nos llaman más la atención, que resultan por ahí atractivas o bellas pero nos distraen de lo meramente narrativo y nos recuerdan la mano de un artista que está detrás de todo esto. De alguna forma el cine de autor boicotea la organicidad y redondez de la obra adrede porque de esta forma hace participar al espectador de una nueva sinergía que siempre se extiende a lo largo de varias películas.
Isidoro Blaisten dijo "Tanto la poesía como el humor destruyen, sin proponérselo, todo lo que en la vida resulta insoportable". En V de Vendetta, creo que es Ivy, el personaje de Natalie Portman, la que en algún tramo concluye: "Los artistas usan mentiras para decir la verdad mientras que los periodistas usan la verdad para contar mentiras". Por otro lado, Bertrand Russel alguna vez dijo la magnífica: "La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable".
Siempre es difícil ver una película de un país del que sabemos poco y nada. La mayoría que llega a nosotros tienen que ver con algo intrínseco que si fuera removido de la película quedaría poco y nada. No todas tienen la sutileza o la bondad de explicarnos o hacernos entendible, sin aburrirnos, parte de esa historia para que la película resulte amena. Para poder aproximarnos un poco de una forma en que sí comprendemos voy a utilizar solamente recursos cinematográficos.