En su nueva película, tras "El cazador" (2020), el reconocido cineasta Marco Berger, que forjó una filmografía coherente a través de un recorrido por las diversas tipologías vinculadas al ámbito LGBTQI+, propone una reflexión sobre el machismo y su toxicidad desde la mirada de un grupo de veinteañeros de clase alta. Es diciembre y una decena de amigos de unos veinte y tantos años, de clase social acomodada, pasan las fiestas de fin de año en la casona de vacaciones de Andy, uno de ellos, en Capilla del Señor. Entre bromas machistas, juegos sexuales, drogas, alcohol y un homoerotismo permanente los limites se cruzan y las consecuencias son irreparables. Protagonizada por Bruno Giganti, Agustín Machta, Franco De la Puente, Iván Masliah, Facundo Mas, Iván Díaz Benítez, Carlos Carneglia, Denis Corat, Jordán Romero, Fernando de Simone, Melissa Falter y Gastón Frías, Los agitadores (2022), que tuvo su estreno en la competencia de la última edición del Festival de Karlovy Vary, sigue la línea narrativa y coral ya abordada por el cineasta en Taewkondo (2016), pero profundizando en la violencia física y psicológica que se esconde detrás de bromas sexuales y cuerpos torneados. Homofobia, xenofobia y misoginia se entrecruzan con clasismo y falsos valores en una película que dialoga de manera directa con el crimen de Fernando Báez Sosa, asesinado en las afueras de una discoteca de Villa Gesell por un grupo de rugbiers. Berger no busca narrar la tragedia sino cómo se llega a ella. Tampoco el mediático caso, sino que re imagina como podrían ser los días previos ante una situación similar. La película es un estudio sociológico que analiza el comportamiento en manada de un grupo humano integrado por jóvenes, de clase social acomodada, deportistas, cuerpos hegemónicos y con acceso a una educación de élite, y lo hace a través del propio punto de vista de los involucrados. Una apuesta arriesgada que puede irritar al espectador. Berger explora, siempre con el particular estilo que caracteriza una obra homogénea, la toxicidad masculina engendrada de manera sistémica en ciertos sectores sociales. Y lo hace en la que tal vez sea su película más política e incorrecta.
En "El legado" (2023), el director Rodrigo Demirjian se propone explorar la complejidad de la relación entre un artista y su legado en el contexto del duelo y la pérdida. La película ofrece una conmovedora visión de un hombre que ha perdido a su padre y está tratando de entender su propia relación con él, y cómo afecta su futuro como padre. La historia se enfoca en la difícil tarea de desarmar el taller de su difunto padre, el pintor neofigurativo argentino Jorge Demirjian, y lidiar con las más de dos mil obras que dejó, así como los recuerdos. A lo largo del documental, se pueden apreciar las emociones a flor de piel de Rodrigo mientras intenta lidiar con la pérdida de su padre, la reconciliación con su figura paterna y el proceso de gestionar más de dos mil obras que dejó su padre. En este cometido, Demirjian se enfrenta directamente con el vínculo que lo unía a su padre, el cual se expresa a través de un diálogo complejo, en el que se mezclan cuestiones existenciales, estéticas y emocionales, que ponen de manifiesto la complejidad de la relación paternofilial. Este retrato que refleja la complejidad de la condición humana se convierte en objeto de reflexión para Demirjian hijo, quien indaga en las implicaciones emocionales que conlleva la herencia del legado artístico de su padre y la perspectiva de convertirse en progenitor. En lo que respecta a su estética, El legado es una película que ha sido cuidadosamente dirigida y construida con gran habilidad. El ritmo del documental está bien pensado y crea una atmósfera emotiva y reflexiva. La combinación de entrevistas, imágenes de archivo y escenas íntimas de la vida de Rodrigo proporciona una comprensión profunda y enriquecedora de su relación con su padre. Además, también ofrece una visión interesante sobre el mundo del arte y la relación de un artista con su obra. El legado es un retrato vívido y evocador de la intrincada intersección entre la creatividad, la figura paterna y la construcción de la identidad personal, en el contexto de una experiencia de pérdida y transmisión artística.
La actriz Dolores Fonzi presenta su debut como directora en "Blondi" (2023), ofreciendo una narrativa autorreferencial y un estilo indie que aporta un toque especial y original a la historia de una familia disfuncional. Blondi es una película que sigue la vida cotidiana de una joven madre y su hijo de veinte años, quienes viven como amigos compartiendo gustos por la música, las salidas nocturnas, la marihuana y el alcohol. La única diferencia notoria entre ellos es que Mirko (Toto Rovito) tiene la vista puesta en el futuro, mientras que Blondi (Dolores Fonzi) parece estar estancada en su adolescencia sin remordimientos. La relación madre-hijo es el núcleo temático que vertebra toda la trama. A lo largo del relato, se muestra cómo la dinámica entre ambos personajes funciona a la inversa a medida que enfrentan diversas situaciones y conflictos. La realizadora logra plasmar con gran verosimilitud la complejidad emocional de cada uno de ellos, que se expresa a través de gestos, miradas y diálogos sutiles y auténticos. En este sentido, la actuación de Dolores Fonzi es un gran acierto, ya que transmite con gran naturalidad la profundidad de su personaje y su evolución emocional a lo largo de la historia. Por otro lado, Toto Rovito ofrece una interpretación sólida y creíble como Mirko, el hijo de Blondi, que destaca por su madurez y su visión de futuro. La estética visual de Blondi es uno de los aspectos más destacables de la película. La dirección de fotografía y la dirección de arte trabajan en conjunto para crear una atmósfera luminosa que refleja el estilo de vida desenfadado y caótico de los personajes. La paleta de colores vibrante le da a la película una sensación de frescura y vitalidad. Por otro lado, la elección de la música (Las ligas menores, Lou Reed, Blondie) es esencial para transmitir la sensación de nostalgia y melancolía que se busca. La banda sonora incluye canciones de diferentes épocas y géneros, lo que genera una sensación de eclecticismo que refleja el mundo interior de los personajes. Además, la música se utiliza de manera efectiva para crear un contrapunto emocional con las diferentes escenas. Los actores secundarios son otro punto fuerte de la película. Carla Peterson, Leonardo Sbaraglia y Rita Cortese aportan un toque de frescura y humor a la historia, logrando una excelente química con los personajes principales. Cada uno de ellos tiene su momento para brillar y lo hacen con gran habilidad, logrando un balance perfecto que se enriquece gracias a situaciones y gags que sorprenden por su precisión. Aunque la temática puede generar controversia en algunos espectadores, se aborda el tema de la maternidad y la relación madre-hijo con gran honestidad. La trama profundiza en las complejidades emocionales de esta relación, demostrando que el amor y la conexión entre dos personas pueden ser muy poderosos y resistentes, incluso en situaciones no convencionales. De manera auténtica y realista, la película transmite un mensaje reflexivo, sin la necesidad de hacer una bajada de línea, sobre la fuerza del vínculo maternal, capturando las emociones de forma genuina y sin artificios. Blondi ofrece una experiencia emocional auténtica y profunda al sumergir al espectador en una narrativa rica y bien desarrollada que involucra personajes complejos y situaciones desafiantes que lo invitan a reflexionar sobre temas significativos y universales.
Mediante una minuciosa investigación, Sabrina Farji logra iluminar la apasionante vida de Mariquita Sánchez de Thompson, una figura que merece un reconocimiento en nuestra historia que vaya más allá de su papel como la primera mujer en interpretar el himno nacional. Mariquita, mujer revolución (2023) es un documental ficcionado que se sumerge de manera acertada en los logros y desafíos enfrentados por Mariquita Sánchez de Thompson, revelando su valentía y determinación para desafiar las normas sociales arraigadas en su época. Más allá de una mera exposición de hechos históricos, el documental profundiza en un análisis riguroso de la valentía y la resistencia de Mariquita, explorando cómo su actuar desafiante y revolucionario le permitió abrirse camino en una sociedad dominada por hombres y romper barreras sociales y culturales. La valentía y determinación de Mariquita inspiran a cuestionar y desafiar las normas sociales restrictivas que aún persisten en nuestra sociedad actual. Sabrina Farji emplea de manera hábil una combinación de recursos estéticos y narrativos para contar esta historia. Se sumerge en valiosos materiales de archivo y recopila testimonios de destacadas escritoras e historiadoras como Dora Barrancos, Florencia Canale y Graciela Batticuore, quienes aportan perspectivas únicas y enriquecedoras. Además, se utilizan momentos ficticios en los cuales las actrices Zoe Gotusso y Mayra Bonard encarnan diferentes facetas de Mariquita, ofreciendo interpretaciones distintas de su persona. Estos recursos se entrelazan de manera habilidosa para presentar una narrativa rica y cautivadora. Las actuaciones de Zoe Gotusso y Mayra Bonard transmiten de manera convincente la esencia y el espíritu de Mariquita Sánchez de Thompson en diferentes etapas de su vida. Gotusso captura con energía y pasión la juventud de Mariquita, mientras que Bonard retrata con madurez y sensibilidad a la Mariquita adulta. Su notable trabajo actoral contribuye a dar vida a esta figura histórica y a establecer una conexión emocional con el público. A través de sólidas evidencias, el documental desafía la visión limitada de Mariquita como simplemente "la mujer que cantó por primera vez el himno". Farji presenta a una mujer valiente y revolucionaria, invitándonos a reflexionar sobre la importancia de su legado en el contexto de la lucha por la igualdad de género y la emancipación de la mujer.
Una road movie tanguera con Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale "Empieza el baile", dirigida por Marina Seresesky (Lo nunca visto, 2019) y protagonizada por Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale, fue reconocida en la 26 Edición del Festival de Málaga con la Biznaga de Plata como la película elegida por el público y Jorge Marrale fue premiado como Mejor Actor de Reparto. La trama de la película se centra en Carlos y Margarita, una pareja legendaria del tango que, después de 30 años separados, se reencuentran para emprender un viaje de Buenos Aires a Mendoza con su inseparable amigo Pichuquito. A lo largo del viaje, los personajes se ven confrontados con sus propios recuerdos, temores y anhelos más profundos, lo que les lleva a reflexionar sobre el amor verdadero y la importancia de los recuerdos compartidos. La obra realiza un minucioso estudio de los personajes, explorando sus conflictos internos con gran delicadeza y respeto por su humanidad. Empieza el baile es una road movie que utiliza la carretera como un elemento central en la construcción del tiempo narrativo. El paisaje de la Argentina rural se utiliza como una metáfora del viaje interior que los protagonistas emprenden, en el cual se enfrentan a sus recuerdos, miedos y deseos más profundos. El relato se enfoca en la exploración de los personajes, a quienes se les sigue de cerca con la cámara, capturando cada matiz, gesto o silencio en su trayecto. Esto permite que el espectador se identifique con ellos y se involucre emocionalmente en la trama, generando una mayor conexión con la historia. La fotografía utiliza una luz natural y sin artificios en los exteriores, lo que realza la belleza de los paisajes y otorga una sensación de autenticidad y veracidad a la trama. El contraste con los interiores abigarrados y llenos de claroscuros en la primera parte de la historia transmite el estado de ánimo en el que los protagonistas comienzan su aventura, y cómo poco a poco se desprenden de lo superfluo para quedarse con lo esencial. Además, la música original, creada por Nicolás Guerschberg y ejecutada por el grupo Escalandrum bajo la dirección de Daniel "Pipi" Piazzolla, desempeña un papel fundamental en la trama de la película. Empieza el baile es una comedia dramática que fusiona la intimidad con la grandeza, permitiendo al espectador sumergirse en una historia conmovedora, presentada a través de un enfoque cinematográfico detallista y cuidadosamente elaborado. Seresesky demuestra una sensibilidad única para plasmar la complejidad emocional de los personajes, lo que se traduce en un retrato auténtico y profundo de la condición humana.
Mariano Martínez y Rodrigo Guirao en una historia de amor gay "Humo bajo el agua" (2023), dirigida por Fabio Junco y Julio Midú, retrata una historia de amor gay melodramática enmarcada en el periodo de recuperación democrática después de un clima político tumultuoso. Sin embargo, la película no logra destacarse debido a una trama predecible y actuaciones poco convincentes. La trama, ambientada en 1984, se centra en la relación entre dos amigos de la infancia, Julián y Patricio, quienes se reencuentran después de muchos años. A pesar de que la película logra capturar la esencia de la amistad y el amor, exhibiendo el crecimiento y la transformación de los personajes mientras enfrentan los desafíos y obstáculos de la vida, se hace evidente que se utilizan demasiados estereotipos, subrayados y lugares comunes. Julián, interpretado por Mariano Martínez, es el hijo de los peones que trabajaban para el padre de Patricio, y ambos forjaron una conexión que más tarde intentaron olvidar. Sin embargo, su reencuentro tras la muerte de ambos patriarcas reaviva su relación. La película retrata la relación entre los dos personajes como una historia de amor que se desarrolla en un entorno hostil, donde las imposiciones familiares y sociales promueven una visión heteronormativa de la sociedad. A pesar de que Humo bajo el agua está ambientada en un contexto histórico importante para Argentina, este no influye de manera significativa en su desarrollo. La película podría haber sido situada en cualquier otra época y el desarrollo de la historia no hubiera cambiado. Si bien se aborda la problemática de la heteronormatividad en la sociedad de la época, no se profundiza en el contexto político que rodeaba a los personajes. Aunque Junco y Midú buscan cargar la historia de una atmósfera nostálgica y emotiva, transportando al espectador al mundo rural y a la vida en el campo, la trama resulta algo predecible y no logra sorprender en ningún momento. La química entre los actores Mariano Martínez y Rodrigo Guirao es prácticamente inexistente en la pantalla, resultando en una interpretación poco convincente y carente de emoción. Además, el elenco secundario, especialmente las actuaciones de Luis Brandoni y Norma Argentina, no logran destacarse y aportar un nivel de calidad interpretativa significativo. Es cierto que Humo bajo el agua aborda una temática importante y necesaria en la industria cinematográfica argentina al retratar una historia de amor gay en un entorno hostil, pero lamentablemente no logra destacarse por su trama predecible y actuaciones poco convincentes.
"La Piedad" (2022), el segundo largometraje del español Eduardo Casanova, es una película inclasificable. Si en "Pieles" (2017), su ópera prima presentada en la Berlinale, impuso un estilo personal de excesos estéticos y narrativos, en "La Piedad", que se estrenó en Karlovy Vary, va mucho más allá de lo que uno podría esperar para una obra que cruza melodrama kitsch, política y fantasía. La trama se centra en Mateo, interpretado por Manel Llunell, quien vive en un mundo virado al rosa y es "cuidado" por su madre, Libertad, interpretada por Ángela Molina. A pesar de su nombre, la libertad es algo de lo que Mateo no tiene Es un veinteañero sometido a una niñez eterna, al que su madre baña, corta las uñas y alimenta, por citar solo algunos ejemplos. Cuando reciben la noticia de que Mateo tiene cáncer, Libertad intenta mantenerlo a su lado con mayor ahínco, mientras él hace todo lo posible para cortar el cordón umbilical que lo mantiene unido. Pero, ¿podrá? Por otra parte, La Piedad también presenta una trama secundaria sobre una pareja de Corea del Norte que huye a Corea del Sur cuando las autoridades envenenan a una de sus hijas y ejecutan a la otra. Es una metáfora bastante obvia que iguala el miedo y la devoción dictatorial, en este caso por el líder Kim Jong-il en Corea del Norte, con la propia dependencia y adicción que genera la maternidad tóxica. La Piedad, que comienza como un estilizado melodrama futurista con una tensión que aumenta en forma paulatina, resulta una obra inclasificable y anárquica, aunque todo lo que aparece (y como aparece) en escena está puesto con una intencionalidad calculada hasta el más mínimo detalle. La estética angustiante y el minimalismo extremo que propone se apoya en una paleta de grises y rosas que son contrastados con una iluminación límpida, clara y sin sombras dramáticas cómo símbolo opuesto de la libertad y el cautiverio. Casanova demuestra no solo una visión singular y arriesgada para abordar ciertas cuestiones de la vida humana, sino también una capacidad sensorial para crear atmósferas opresivas a través de una puesta en escena rupturista con una estética pop. El resultado es una obra inclasificable que va más allá de lo que uno podría esperar, ya sea para bien o para mal.
La trama sigue a Lucas (Juan Grandinetti), un joven que busca un taller de actuación y se ve seducido por una mujer que conoce mientras lee una cartelera informativa. En un impulso, se anota en un retiro donde la única consigna es fingir ser una persona diferente a la que uno es. Sin embargo, pronto descubre algo extraño cuando nota que alguien ha desaparecido sin que nadie registre su ausencia. A partir de ahí, la película se convierte en un juego de verdadero/falso en el que todos parecen ser cómplices de un guion que se desarrolla en la vida real. Los personajes, al igual que el espectador, son manipulados por el dispositivo narrativo para dejarse llevar por el mecanismo propuesto y encuentren (o no) la verdad. La película propone una ficción dentro de otra ficción para interpelar sobre lo real, lo tangente, lo visible y aquello que uno es. Los directores construyen una comedia laberíntica con toques fantásticos y una impronta borgeana que desafía los límites de la verdad a través de una ficción que se desprende de otra. El elenco liderado por Grandinetti, Verónica Gerez, Iván Moschner, Rosina Fraschina, Sebastián Godoy y Gastón Dubini, está en sintonía con la propuesta y logra sumergir al espectador en una historia que lo lleva a cuestionar la misma realidad en la que se halla inmerso. Los inventados (2021), que ha participado en casi una veintena de festivales, resulta una obra intrigante e innovadora en el cine argentino, que juega con los personajes y el espectador para desdibujar los límites entre lo real y lo ficticio e hibridizar los géneros narrativos.
Narrada con un tono impostado por el escritor mexicano Mario Bellatin (Salón de belleza) y con la cámara del reconocido portugués Rui Poças (Aquel querido mes de agosto y Tabú, de Miguel Gomes; Morir como un hombre y El ornitólogo, de João Pedro Rodrigues; As boas maneiras, de Marco Dutra y Juliana Rojas; Frankie, de Ira Sachs, y Zama, de Lucrecia Martel), A Little Love Package comienza en Viena, la capital austriaca, retratando el fin de la prohibición de fumar en espacios públicos y la desaparición de una parte de la cultura del "Kaffeehaus". A continuación, la historia sigue a la actriz Angeliki Papoulia en el papel de una profesora de griego que busca un departamento en la ciudad, acompañada de su amiga, la actriz Carmen Chaplin, que interpreta a una diseñadora de interiores. Aunque esta pareciera ser la trama principal, la película se extravía en su afán por homenajear a la ciudad, recorriendo cafeterías vacías, un viejo taller de zapatos, una muestra de minerales en el Museo de Historia Natural de Viena o una fábrica de quesos. Como una muñeca rusa que se abre, estos lugares dan paso a nuevas historias aparentemente desconectadas: un meteorito caído en Marruecos, las lecciones de piano de una profesora coreana o la primera reacción nuclear en Gabón. Finalmente, la película se traslada a la Málaga rural, donde reside la familia de Carmen Chaplin, la nieta de Charles Chaplin, para luego regresar a Viena con una Angeliki nostálgica que se enfrenta definitivamente a un final de época (y al de la película). A Little Love Package es un ejercicio de comedia experimental y fragmentaria, musicalizado con canciones de John Cage y Black y melodías de Schubert y Mahler. Además, cuenta con un trabajo de cámara estática extraordinario que convierte cada plano en una obra de arte y remedia la falta de cohesión narrativa clara que puede devenir en una experiencia poco disfrutable.
César Bordón en una comedia negra con crítica social La brasileña Carolina Markowicz desafía las etiquetas de género y ofrece una aguda crítica social a través del cruce de elementos típicos del drama, el thriller y la comedia negra. En su ópera prima, Carolina Markowicz, seleccionada con sus anteriores cortometrajes en Cannes, Locarno, SXSW y AFI, ofrece una satírica mirada social que expone la hipocresía y la manera para sobrellevar la vida, la muerte, la religión y hasta el matrimonio en el complejo contexto brasileño de los últimos años. La trama se desarrolla en una zona rural de San Pablo, Brasil, donde una familia humilde acepta alojar en su precaria vivienda a un narcotraficante argentino a cambio de dinero. La madre, el padre y el hijo tienen que aprender a convivir con el extraño y mantener las apariencias, lo que da lugar a situaciones tan delirantes como retorcidas. Carbón (Carvão / Charcoal, 2022), presentada en los Festivales de Toronto y San Sebastián y protagonizada por Maeve Jinkings, César Bordón, Romulo Braga, Camila Márdila, entre otros, un híbrido que se destaca por la astuta combinación de géneros y tonos, ofrece actuaciones sólidas y convincentes, logrando transmitir la complejidad de los personajes y su relación con el entorno, tanto social como espacial, mediante una narrativa disruptiva, pero también crítica. A través de una mirada sarcástica, que indaga en el interior de una sociedad afectada por una ola de violencia y fanatismo extremo que la lleva a justificar cualquier barbarie, se exponen una serie de situaciones límites (y absurdas) que funcionan como una metáfora acerca de cómo lo brutal se volvió habitual.