Roque es un chico que viene de un pueblo a la capital a estudiar. Elige hacer una carrera en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Camina despacio por una Universidad, compleja y convulsionada. La gente camina por sus pasillos, se agolpa en las escaleras y cursa en aulas un poco deterioradas. Las materias se dictan en ese contexto, rodeados de carteles que invitan a apoyar a causas sociales, a recordar a Mariano Ferreyra, un joven muerto durante una emboscada sindical o a Néstor Kirchner. Entre Teoría Política y la vida en la pensión de estudiantes, típico lugar en donde los jóvenes del interior aterrizan en Buenos Aires, Roque empieza sus días de estudiante. Su vocación de galán tímido, lo lleva a conocer a una chica, una compañera. Gracias a ella abandona la pensión para irse a vivir en una habitación suburbana en la casa que ella comparte con su padre. Roque es un inquieto, y como buen picaflor, ya tiene en la mira su próxima víctima. Paula, ayudante de cátedra, su profesora de Teoría Política, de a poco se va acercando. Paula, también es militante de Brecha, una de las tantas agrupaciones que se disputan por manejar la Facultad de Sociales. Casi sin darse cuenta, Roque se da cuenta que no solo es el “amante” de Paula, sino uno más dentro de la agrupación. Roque, ya no es solo estudiante, ahora es militante, y encuentra en la política el lugar en donde él sabe que quiere desarrollarse, pero no todo es fácil y transparente. La política es acción y también traición y eso Roque lo irá aprendiendo con el paso de los acontecimientos. La película es a nivel técnico y artístico impecable, la decisión de los planos es la indicada para generar este tipo de relaciones que la película cuenta. La manera realista en que esta filmado, hace dudar a más de uno sobre qué cosas del universo de El estudiante son ficción y que cosas son reales. La trama atrapa, aún así para aquellos que están fuera del tema, porque está bien contada y actuada. La película de Santiago Mitre quedó segunda en la preselección de películas para competir por el Oscar, pese a ser una producción totalmente independiente.
Grata sorpresa tendrán aquellos que se acerquen a ver Medianeras, la película de Gustavo Taretto. El comienzo amaga con ser una suerte de documental sobre los distintos edificios que proliferan en la ciudad de Buenos Aires, la ciudad que “le da la espalda al río”, sin embargo, encuentra relacionar la forma de estos edificios con el estilo de vida de sus habitantes. Todos los que vean esta película sabrán que luego de pensar en estos minutos iniciales, ya nunca más van a ver el edificio de enfrente de sus casas, o incluso al propio edificio donde vive, de la misma manera. Así en un departamento pequeño, sobre la Avenida Santa Fe, vive Martín. Un diseñador web, un poco fóbico, un poco hipocondríaco, bastante solitario. Pese a eso no vive solo, vive con Susú, una pequeña perra “eslabón perdido entre un perro y un peluche”. A los dos los abandonaron en el mismo momento en un aeropuerto. A unos pocos metros de ahí, en otro pequeño departamento sobre la Avenida Santa Fe vive Mariana. Separada, de profesión arquitecta, aunque aún no construyó ningún edificio. Vive armando vidrieras, por lo tanto su casa siempre está llena de maniquíes, como si se trataran de personas a los que les habla, los viste, los desnuda, los baña. Mariana también tiene sus cosas, odia los ascensores pese a vivir en un octavo piso y va por la vida buscando a su “Wally” (sí, el de Where's Wally?). Mariana y Martín tienen todo para estar juntos, sin embargo no es posible que puedan encontrarse. En el medio, pasan varias personas, con sus respectivas fobias e historias, sin embargo los dos siguen solos. Buenos Aires tiene eso, que dos personas que viven prácticamente al lado, puedan estar hechos el uno para el otro, pero la vorágine y la arquitectura de la ciudad hace que tal vez nunca lleguen a conocerse. Buena apuesta de Gustavo Taretto con la española Pilar López de Ayala, Javier Drolas, Carla Peterson, Inés Efrón , Rafael Ferro y Adrián Navarro. Además participan Alan Pauls y Jorge Lanata.