La nueva película del director iraní, Copie conforme, en la que se destaca el co-protagónico de Juliette Binoche junto a William Shimmel, nos lleva a conocer la Toscana italiana, región del centro de Italia cuya capital es Florencia. La conocemos a través del recorrido que hacen estos dos personajes que nunca sabremos si se acaban de conocer o si se conocen hace más de 15 años y simulan desconocerse. En una primera instancia el título se corresponde al libro que vino a presentar el personaje de Shimmel a Italia, que atraído por las “garras” de Binoche -dueña de un local de antigüedades- se deja llevar por ella que juega de local y lo lleva a conocer espacios que supuestamente el no conoce, como la Plaza de la Signoria. En una segunda instancia todo esto queda en duda, cuando comienzan a hacer de cuenta que son pareja hace muchos años. Finalmente poco importa, nunca podremos distinguir la realidad de la ficción, la copia del original. Abbas Kiarostami nos lleva de las orejas a través de su paciente y calma cámara, que contempla el recorrido de los personajes, gracias a quienes al mismo tiempo que nos apropiamos de sus historias hacemos lo propio con el lugar. Con una semejanza a Antes del amanecer (y atardecer también) caminamos con ellos, los escuchamos, andamos en auto, nos sentamos a almorzar, etc. Todo de una manera que pareciera simple, documental, pero que bien sabemos que detrás de esto hay una gran producción y dirección que vale la pena ver. Aunque habrá que esperar al estreno (19 de Mayo en Argentina), porque las 2 funciones del BAFICI ya ocurrieron.
Un hombre que vive con su esposa, hija y mucama en la única casa que construyó en Latinoamérica Le Corbusier (situada en La Plata, Buenos Aires), cuya arquitectura se caracteriza por tener grandes paneles de vidrio a la calle a través de los cuales se ve a cientos de turistas sacándose fotos, es quien tiene un conflicto con un vecino que construye una ventana con vista directa a su casa. Esta situación narra El hombre de al lado, dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, la misma dupla que hizo El artista, que ahora con un equipo más chico -ellos mismos hicieron la fotografía del film- y artístico también -en El artista trabajaron 97 actores y en esta solo 10- tomaron la arquitectura como otra rama del arte y presentan una historia que entretiene en todo momento al espectador. El timing justo en cada diálogo favorece a que muchas de las situaciones sean por demás graciosas, con elipsis y puntos de giro en los momentos adecuados (el guión fue escrito por Andrés Duprat al igual que El artista) y con actuaciones precisas, destacándose la labor del cordobés Daniel Aráoz (el personaje al que hace referencia el título), El hombre de al lado justifica cada premio obtenido hasta el momento de su estreno en Argentina (2 de septiembre). Fue mejor película en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2009, mejor fotografía en el Festival Sundance 2010, mejor actor -compartido por Daniel Aráoz y Rafael Spregelburd- y mejor director para Mariano Cohn y Gastón Duprat en el Festival de Lleida y premio del público en el Festival de Toulouse. Toda la película está filmada en el interior de la Casa Curutchet (Boulevard 53 N° 320, La Plata) y su vereda, una locación excelentemente elegida, con una cámara en mano inquieta realizada por Jerónimo Carranza -que también editó el film- con excelentes encuadres que por momentos dicen mucho más (todavía) que los diálogos. La música made in Sergio Pángaro, quien supo protagonizar El artista y que ahora aparece en una escena del film, no se destaca tanto pero acompaña las escenas de manera correcta, dando espacio -pedido a gritos por el guión- a los martillazos que suenan aquí y allá, siempre inoportunos y sorpresivos, provocando sonrisas con solo ver la cara del protagonista (Rafael Spregelburd) escuchar el primero. El hombre de al lado es una película disfrutable, una comedia inteligente que refresca la cinematografía argentina y que consolida a esta dupla hiperactiva (Cohn-Duprat) que ya está rodando su próximo proyecto: Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo.
El festejo por el Día de la Bandera fue la excusa y el marco para el preestreno en Argentina de La mirada invisible (2010), de Diego Lerman, luego de ser presentada en la Quincena de Realizadores del 63° Festival de Cannes. El contexto de la proyección, uno de los salones del Centro Cultural Bicentenario (Sarmiento 151, esq. Leandro N. Alem), recientemente remodelado y reabierto para el 25 de Mayo, acompañó el clima frío presentado por la película, que está basada en la novela “Ciencias Morales” de Martín Kohan, producida por Campo Cine y que cuenta los días previos a la guerra de Malvinas en 1982 desde el punto de vista de una oscura preceptora del Colegio Nacional de Buenos Aires. Con un comienzo que bien remite a Crónicas de un niño sólo de Leonardo Favio, se presenta el colegio en cuestión y el modo en que se trata a los alumnos -todo un modelo de la época- que marchan por los pasillos como si fuera un servicio militar y toman distancia antes de entrar al aula, siempre con la vestimenta prolija y sin hacer el menor ruido; caso contrario son reprimidos y castigados. Julieta Zylberberg desarrolla un papel más que destacable y de manera soberbia representa a María Teresa, una preceptora que nueva en su cargo se esmera por la aplicación de las normas, la corrección de las conductas y la vigilancia obsesiva; llegando a esconderse en el baño de hombres para descubrir a un alumno que supone fumador. El señor Biasutto (Osmar Núñez, de muy buena actuación también) es el Jefe de Preceptores, que aprueba desde un principio este modus operandi y encarna la opresión, la vigilancia y los abusos de poder propios de la época. Técnicamente impecable, el film está muy trabajado fotográficamente, su director de fotografía Álvaro Gutiérrez decidió impregnar de tonos pálidos y fríos a las escenas del interior de la escuela e inclinarse hacia los tonos cálidos o pasteles al mostrar el mundo exterior: subte, disquería o la casa de María Teresa. En cuanto a la música, si bien se escuchan varias canciones patrias, tiene precisas y bellas apariciones la música elaborada por José Villalobos. Suele suceder que al ver una adaptación ésta nos decepcione rotundamente, nos guste menos que el libro, o no llegue a abarcarlo en su totalidad pero tampoco satisfactoriamente en su parcialidad. No obstante, este caso es una excepción. Tuve el placer de leer “Ciencias morales” y no sabría decir cual me gustó más. El guión fue realizado por el propio Lerman y María Meira, con el total apoyo de Kohan, quienes no se quedaron sólo con la historia (y escenas) que cuenta la novela sino que se tomaron la libertad de hacer muchas modificaciones, y hasta cambiarle el final, aunque siempre manteniendo las sutilezas, el esqueleto y la esencia de la obra original. Como había contado Diego Lerman durante la entrevista previo al viaje a Cannes, la película -respecto de la novela- tiene otra composición familiar: el personaje del hermano de María Teresa no está y la familia está compuesta por la madre enferma y una abuela. Pero estos cambios no restan dramatismo o contexto socio-político, sino que aportan nuevas capas para estos personajes protagonistas, totalmente ricos tanto en su caracterización como en sus diálogos. Su estreno comercial en Argentina está previsto para el 26 de Agosto de 2010. Si bien aún falta algo de tiempo, no quería dejar de hacer un comentario sobre una película que no sólo es muy buena desde sus puntos de vista técnico y artístico, sino que aporta desde la sutileza y desde un costado poco visto en la pantalla con respecto a una temática más que vista -pero nunca agotada- en cuanto a lo que hace a la memoria de nuestro país y a la conciencia histórico social.