Star Wars: El despertar de la fuerza:
Star Wars Episodio VII: ¿Una nueva esperanza?
“Estuve demasiado tiempo afuera”. Dice el personaje de Rey rechazando la oferta de Han Solo de incorporarse a la tripulación del halcón milenario. Sin embargo, tanquilamente podría haber sido dicha por Curt Henderson de American Graffiti, la película que dirigió George Lucas en 1973, después de haberse ido de la ciudad que tanto dudó en abandonar. Es que esta frase puede ser tan simbólica de la problemática que surge a partir del visionado de Star Wars: El despertar de la fuerza: la imposibilidad de escapar de un pasado, un origen, una nostalgia que no permite avanzar hacia un futuro y no poder despegarse de los antepasados que cargan una gran sombra y amenazan poder salir hacia la luz fuera de una cueva. Es que estar fuera de casa mucho tiempo genera incomodidad ante lo que estamos acostumbrados día a día.
Para comenzar, se puede decir que la factura técnica y realizativa de J. J. Abrams innegable a manos de J. J. Abrams, al igual que el resto de películas como Misión Imposible 3, Star Trek y Super 8. Movimientos de cámaras que favorecen la dinámica de los personajes en recorridos veloces y sosteniendo la física corporal (como el largo plano de Tom Cruise corriendo sin parar en Shangai de Misión Imposible 3), planos secuencias diseñados para engañar al ojo y falsificar el corte (aunque muchos tengan una carga más de alarde de la técnica que una función narrativa o de lenguaje), uso del plano con angulación distorsionada para enfatizar el dramatismo de una escena. Ni hablar de los llamativos flares que por suerte aquí están reducidos y no causan la molestia como en ocasiones anteriores. La elección de este director, el cual relanzó y homenajeó varias películas o sagas antiguas, parecía ser la correcta para tratar de regresar a casa esta saga que había estado demasiado tiempo afuera con la nueva trilogía que había diseñado George Lucas a partir de 1999. Esto, sumada a la participación del guionista Lawrence Kasdan, quien también había escrito los episodios V y VI.
Ahora, ¿Era necesario que retornar a los orígenes significara copiar casi calcadamente la estructura y las escenas de la película original?
La primera escena es la misma: el droide llevando unos planos secretos que le deja el piloto Poe Dameron, luego del ataque de la Primera Orden a cargo de un villano con un casco con voz distorsionada, como Darth Vader y la Princesa Leia en el episodio 4. Hay también un planeta desierto, una joven sin padres (como Luke Skywalker) que encuentra el droide y escapa de sus perseguidores, una escena con el mismo bar con una banda tocando y negociando para obtener una nave, una escena donde hay una visión como el Episodio V. Hay por tercera vez una Estrella de la Muerte, ahora llamada Base Starkiller, solo que 4 veces mas grande, y en vez de destruir un planeta, tiene el poder para destruir 4 al mismo tiempo. Hay una escena de interrogatorio como la de Vader con la Princesa. Hay una escena de La Resistencia en la base que también planea cómo destruir la Base Starkiller, y resulta que por más poderosa y enorme que haya sido construida, POR TERCERA VEZ tiene un PUNTO DEBIL que hace que se destruya entera!! (la segunda vez en El retorno del jedi por lo menos estaba justificada en que se debía a un plan del emperador Palpatine para destruir a la rebelión), además de una forma muy fácil de entrar con los escudos activados y luego de desactivarlos, y luego la forma habilidosa de ingresar del piloto para disparar y finalizar con la misma. ¿Era necesario?
En una nota del blog de cine español Las Horas Perdidas[1], el autor narra un repaso que hizo de toda la saga con su hermana de 11 años. Cuando ella ve el Episodio 7, podía reconocer y mencionar todas los elementos que reconocía que eran iguales a la película original. Como para mencionar que el planteamiento mío no es para nada inédito y hasta una persona de su edad puede reconocer estos elementos.
Vista una segunda vez y con las expectativas ya muy bajas por haber visto estos detalles, se debe reconocer que en sí, la película funciona: tiene un ritmo que permite que nunca decaiga y unos personajes con los que se consigue empatizar fácilmente (a pesar de momentos humorísticos que hacen que estén al límite del ridículo, como en el caso del personaje de Finn). Esto a diferencia de los Episodios I y II, que eran su mayor defecto justamente: falta de ritmo en la historia, con la excepción de determinadas escenas de acción, y una ausencia de construcción de personajes interesantes que permitan empatizar fácilmente (la única excepción para mí es el Episodio III, que con sus puntos bajos, llega al nivel de la trilogía original). Se le podía reconocer el interés por introducir un tono político en relación a la crisis de la república, pero este estaba desarrollado de una forma confusa y poco dinámica, en contraposición con la más simple de la trilogía original del Imperio contra La Rebelion (además de su visión un tanto elitista de senadores que no dejaban de ser representantes de las monarquías).
La realización de J. J. Abrams, como se mencionaba previamente, es correcta y permite utilizar los recursos que se veían en sus anteriores películas para lograr unas dos horas que se pasan rápido y sin puntos muertos, con momentos destacados como es el plano inicial como la silueta de la nave de La Primera Orden sobre una luna, la secuencia de la persecución de Halcón Milenario en Jakku, o el plano de larga duración durante el ataque de La Resistencia para salvar a sus colegas, donde la nave de Poe Dameron se ve en el cielo destruyendo los Ties mientras Finn en la tierra dispara frente a los Stormtroopers, al igual que luego la persecución de este para llegar a la nave característico de las peliculas de J. J.
Un momento cúlmine es el encuentro en el puente entre Kylo Ren y Han Solo, simulando el de Darth Vader con Obi-Wan Kenobi (curiosamente, Han Solo le grita “Ben” a su hijo, al igual que el pseudónimo que tenía Kenobi en el episodio 4, como para remarcar otro paralelismo de El despertar de la fuerza con Una nueva esperanza). En una escena anterior en la película, el villano, de espalda a la máscara de Vader, le pide disculpas ya que siente de nuevo “la atracción de la luz”. En la escena del puente, la luz proveniente del sol que está consumiendo la Base Starkiller, para atacar el planeta donde está la resistencia, “ilumina” el espacio donde se encuentran ambos. Aquí la discusión entre el hijo y el padre está simbolizada en ese debate interno de Ben entre la luz y oscuridad. Y el rojo de la luz puede representar la sangre del linaje, como así también la herida de la sangre mortal. Cuando parece que Kylo acepta volver con su Padre, la luz desaparece, y él decide matarlo: el balance finaliza con la oscuridad, y la sangre con la herida mortal y la separación del linaje paterno (o un contrato millonario para las próximas entregas).
A pesar de la empatía que generan los nuevos personajes, hay algunos aspectos en su desarrollo que son un tanto inverosímiles. Como hablábamos, Kylo Ren padece una contradicción interna entre la posición en la que se encuentra, pero nunca es bien explicada la motivación que lo lleva a estar en su lugar. “Un niño, un aprendiz, se volvió en su contra destruyendo todo” es simplemente lo que se dice en referencia a su rebeldía frente a Skywalker (¿se desarrollará mejor posteriormente?). Pero también en momentos presenta debilidades frente a situaciones: su costumbre de destruir lo que tiene frente a él como un adolescente caprichoso cuando se enfada, además de que la habilidad para detener un disparo de Poe en el comienzo desaparece misteriosamente cuando Chewbaca lo hace al final hiriéndolo. Ni hablar de que Finn, sin ningún entrenamiento previo, se le resiste a un caballero formado en las artes del duelo y no muere en el intento (¿la Fuerza estará también en él?), como así también que el mismo personaje se rebele inesperadamente frente a La Primera Orden en su primera batalla, pero nunca se desarrolle bien las motivaciones para tomar esta decisión. O también que Rey incorpore fácilmente en un corto plazo habilidades para pilotear, manipular mentalmente y luchar con el sable e incluso derrotar a Kylo Ren (¿de qué familia vendrá la Fuerza?). “Una buena pregunta, para otra ocasión” diría Maz Kanata.
Estas incógnitas mencionadas sobre le final se suman a diversas que la película decide dejar sueltas, como el origen de Rey, cómo surge de la nada La Primera Orden con un arsenal incluso superior al del Imperio caído, o quién es Snoke. Todo al servicio de una intriga para generar mas contenidos que seguro no se agotarán en los films sino que seguirán en videojuegos, historietas, libros, series. La saga de Star Wars se convirtió en una herramienta al servicio del marketing y la industria que se recompone y regresa para consolidarse en nuevas generaciones y en las viejas que no pueden escapar a la nostalgia. Los personajes de la saga original, mas allá de alguna posible decisión guionística de incluirlos nuevamente, están atados al “Star System” (que también se transforma en una guerra) que hace que los actores tengan un valor para el público más allá de los personajes que encarnan. A diferencia de un arte como la literatura, escribir un séptimo episodio en un libro e incluir a los personajes cuesta unas palabras. En el cine, se mide en dinero. Lo que cuesta incorporar a los actores que los interpretan y lo redituable que son frente al público. Y si un plano se tiene que mantener unos segundos más, para que no quede la menor duda que estamos frente a esta estrella, mejor (algo que ocurre varias veces en este film).
Es que no hay que ser ingenuo frente al advenimiento nuevamente de la saga de Star Wars, que siempre tuvo una relación con el contexto histórico y político de Estados Unidos, haciendo alusión a “la única lucha. Contra el lado oscuro” mencionada por Maz Kanata. El imperio en la trilogía original estrenada en medio de la guerra fría con la URSS. Los guerreros Sith y la concepción del “enemigo interno” de la nueva trilogía estrenada entre el 1999 y el 2005 en el marco del enfrentamiento con el terrorismo. ¿Cuál es la lucha que se presenta en este momento? ¿Esas cenizas del imperio resurgiendo como La Primera Orden harán alusión a la sensación de un nuevo conflicto con Rusia, “el antiguo imperio”?. Porque la fuerza que verdaderamente despierta es la del poderío millonario de Walt Disney, que compró a Lucas Films por 4050 millones de dólares y tienen una nueva arma para difundir su concepción ideológica al mundo.
Pero la máquina ya está en funcionamiento, ante el éxito de la nueva película. No va a parar, y se va apoderar de todos los espacios de exhibición que conozcamos. Éxito derivado de repetir la estructura y elementos de “Una nueva esperanza” de George Lucas, ya que los ejecutivos y J. J. Brahams tenían miedo a un fracaso parecido a los episodios I, II y III frente a un público que reclama por lo mismo. Como Rey le dice a Kylo Ren: “Tú temes que no serás tan fuerte como Darth Vader”[2]. Esperemos que por lo menos el episodio VIII, el cual será dirigido por Rian Johnson (director que tomó elementos del cine negro y la ciencia ficción para realizar sus films “Brick” y “Looper”), se de cuenta que “la pertenencia que busca no está en el pasado sino en el futuro”, y no escape como Rey ante el temor de lo que pueda pasar ante lo nuevo. Sino se hará algo parecido a lo que pasaba en el film Star Trek de 2009: retornar al pasado para estabilizarlo y protegerlo de cualquier cambio que pueda modificar el curso de la historia.
Pero ya sabemos que las esperanzas de innovación y de libertad, siempre mueren, para garantizar la seguridad y la estabilidad. De la misma forma que la República en La venganza de los Sith: con un estruendoso aplauso.
[1] http://www.lashorasperdidas.com/index.php/2016/01/01/star-wars-el-despertar-de-la-fuerza-no-es-la-mejor-pelicula-del-ano-y-no-hay-nada-de-malo-en-ello/
[2] Recomiendo el texto de Nicolás Prividera en el blog “Con los Ojos Abiertos”, el cual se centra más en el análisis político e histórico de la saga de Star Wars. Y partiendo de la frase que Rey le dice a Kylo Ren, dejo una pregunta abierta: en el hipotético caso que George Lucas, en vez de ser el padre, como menciona Prividera, represente a ese abuelo que J. J. Abrams teme nunca poder equiparar en fuerza… ¿quiénes representarían a los padres (o madres) del cine estadounidense contemporáneo y que serían rechazados por los actuales realizadores?
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