Suerte la próxima Callback (2016) del director español Carles Torras ganó el premio a mejor película en el Festival de Cine de Málaga. El film cuenta la frustración de un repartidor que quiere ser actor publicitario. Una película de un director español filmada en Estados Unidos, mas específicamente en Nueva York que nos trae los sueños frustrados de un repartidor que quiere ser actor de publicidad pero no lo logra y, a partir de esto, se desencadena toda su oscuridad humanística con sus relaciones sociales, algunas de hace mucho tiempo, otras recientes. El film trabaja con un guion que da giros argumentales fuertes. Esta estructura dramática con la que intenta construir el relato se llega a pensar como totalmente arbitraria por las situaciones y las acciones que realiza Larry De Cecco (Martin Bacigalupo. Respeta los famosos plot points y su punto medio es lo mejor de la película aunque las tensiones que se juegan en estas escenas no se corresponden con todas las demás partes. La fotografía y el arte son dos elementos que, bien usados, hubiesen sumando muchísimo al extrañado mundo que el director quiso crear para este personaje especifico, para la Nueva York con la que el personaje se tenía que identificar pero no llego a las expectativas. El arte, en algunos casos ausente, en otros excesivo, quedó como una simple decoración de locaciones y no como un elemento narrativo. En cuanto a la fotografía, la película aspiró a volar tan alto que no llegó ni a levantar vuelo. Todo muy monótono en una historia en la que los contrastes tenían que ser los protagonistas por el género que se eligió, y a pesar de que la película intenta complejizar la combinación de géneros, no saca provecho de ninguno. Sabiendo que el material filmado tiene un límite, hablando técnicamente, intentaron hacer un uso del color que llevo a la explotación de la imagen en la pantalla y sin un fin concreto. La actuación de Martin Bacigalupo y el montaje son los dos factores principales que hacen remontar la película y hacerla salir airosa entre tanta oscuridad (la oscuridad que le faltó a la imagen). El actor protagonista se luce y el montaje lo hace lucir más. Sus escenas con el personaje femenino de Alexandra (Lilli Stein) son el entretenimiento principal de la película, especialmente por sus diálogos dinámicos y cambiantes de tono y ritmo. Ambigüedad en cuanto al buen y mal uso de los factores narrativos en un film que podía llegar a más.
Un hombre convertido en mito Il Solengo (2015) documental de Matteo Zoppis y Alessio Rigo de Righi (este participo en películas del director argentino Matías Piñeiro) muestra una juntada de viejos amigos que se reúnen en una pequeña cabaña para recordar al personaje principal de esta obra, Mario de Marcella, también llamado “Il solengo” (en el dialecto toscano esto significa un jabalí alejado de su manada). Este hombre tuvo la gran particularidad de que vivió en una cueva por 60 años y este grupo de viejos colegas van a narrar a partir de su experiencia con Mario, todo lo que saben de él. La historia comienza con una idea muy clara de tomar a un personaje muy particular de un pueblo de Italia para que otras personas cuenten desde el famoso “relato oral” o relato de boca en boca todo lo que vivieron con él o, lo que saben a partir de otras personas. Esto está ligado muy de cerca con el punto de vista de cada uno de estos “personajes” corales que cuentan, en algunos casos contradiciéndose y en otros, completando lo que dicen lo demás. Esta manera de estructurar el relato es un gran acierto que ayuda ampliamente a entender la historia de este hombrecito tan particular. Con respecto a lo visual, la pata principal es la fotografía de Simone d’Arcangelo que logra darle una mayor importancia a los paisajes que muestra y a esa cabaña en la que se producen gran parte de las entrevistas. En estas, la composición del cuadro es totalmente bella y minuciosamente pensada y armada. Da la sensación de que es una película pensada como una ficción a partir de los encuadres que elige para narrar. Partiendo de características de falso documental y película coral, en la segunda parte, cuando se entrevista a uno de estos viejos amigos, la escena siguiente sigue con ellos fuera del ámbito de la entrevista y se los ve en los paisajes que la película trabaja haciendo una introspectiva, entrando en la intimidad de cada uno y jugando así con el punto de vista de quien sabe que, quien lo complementa y quien lo contradice. Ya con un gran acierto desde el punto de vista narrativo en cuando a la elección de contar este documental como si fuera un relato oral o de boca en boca, se le suma también el gran acierto que tiene en acompañar esta idea con los planos que elige para convertir a este hombre solitario, en la mitología de un pueblo.
Las relaciones a través del espejo El director chileno Mauricio López Fernández retoma, en su ópera prima La visita (2014), el tema principal de su corto homónimo del año 2010. Un relato que narra el regreso de Elena (Daniela Vega), una transexual, a su hogar, y la relación con su madre (Rosa Ramírez) en los preparativos para el funeral de su padre. Madre, hija, patrona, padre, hijos, empleada, son las palabras que podrían definir los roles de los personajes que transitan un film en el que las relaciones humanas lo son todo. Esto lo demuestra el debutante Mauricio López Fernández con el “como” decide contar esta historia en el sentido de imágenes. En un principio, para decirlo de una forma vulgar, el director chileno agarra la cámara y le dice: “Espía a los personajes”. La primera parte del film, en la que se presentan las relaciones que van a llevar adelante la historia, la cámara nos muestra planos cerrados, con los personajes contenidos dentro de ellos, de encuadres que actúan como cuadro dentro de cuadro, porque las imágenes que se ven, son siempre, o detrás de una puerta, o de una ventana. Pero esto solo funciona con relación a Elena y su madre, personajes que están atados a una tensión familiar por la decisión sexual y la muerte del padre de la familia. Por otro lado, la forma en que se la ve a la señora Tete (Claudia Cantero), la dueña y patrona de la gran casa donde se desarrolla toda la película, es completamente diferente. Hay mucho aire en los planos con los que se la observa y nunca es a través de ventanas y puertas como sucede en el otro caso. Con solo este elemento, el director alegoriza con las diferencias que hay entre las clases sociales que representa la película, rasgo característico del cine de Lucrecia Martel. La visita es una película actoral en la que se imponen las coreografías de los personajes dentro del encuadre más que los movimientos de cámara. Con una impecable fotografía, por parte de Diego Poleri, y con un excelente trabajo de arte a cargo de Hugo Trípodi (por cómo está decorada la casa y más que nada, por los vestuarios que identifican a cada uno de los personajes, y hasta llegando al punto que, si se quiere pensar de alguna manera, el vestuario concluye el film), la tensión de las relaciones se va narrando sola hasta el punto de pensar que se trata de una bomba de tiempo que, al final, va a explotar pero no. La película tiene grandes aciertos técnicos, los movimientos y los no movimientos de cámara, y la gran actuación de Daniela Vega como Elena. Pero la gran virtud que encuentra en su forma de cómo narrar es la utilización de los espejos. Este simple objeto funciona como el desdoblamiento de los personajes, con mayor fuerza en Elena y su figura del doble ya que, y como el tema principal de la película lo indica, está entre la decisión de ser hombre o ser mujer. Conflicto que se ve finalizado y muy correctamente en el final, en el anteúltimo plano de la película, en que la madre le dice a su, ahora ya hija, que use una pollera y no el traje de su padre para el velorio. También existe una propuesta de sonido interesante (a cargo de Guido Berenblum), más que nada con el ambiente, y que construye una atmosfera que va perfecto con el avanzar de la historia. Esta idea es tan dinámica y gustosa que llega al punto de recrear un sueño con solo el propio sonido de ello. Sin dudas, La visita es un gran logro del director chileno que apostó a un tema que cada día toma mayor actualidad y que es abordado con una naturalidad impensada años atrás.