Bond contra el Gran Hermano
Se ha logrado algo interesante en esta tetralogía de Bond a cargo de Daniel Craig, quien gracias a su interpretación le ha dotado de una dimensión humana que el resto de la obra sobre el 007 no tiene. Hemos sido testigos de la transformación de un agente de campo, rudo y vulgar, a uno no menos rudo pero más sofisticado. Cada una de las tres películas anteriores forman parte de un rompecabezas que acaba por armarse en esta última entrega.
Luego de que Bond se acercara a una parte de su pasado en "Skyfall", ahora debe profundizar en ese capítulo de su vida, desconocido por todos, hasta ahora. Desde ese pasado regresa un ser nada fantasmagórico, sino muy real. Tanto como el poder que ostenta, un poder capaz de poner en jaque a la seguridad mundial. Mientras tanto, el MI6 cae en manos de un burócrata que pretende eliminar el programa 00. Así las cosas, Bond debe trabajar por su cuenta para desactivar un plan siniestro, que tiene mucho de personal.
Como es costumbre, el filme inicia con una espectacular secuencia de acción, esta vez con el zócalo del DF mexicano y la celebración del día de los muertos como escenario. Londres, Roma, Marruecos y Austria son las locaciones donde el 007 se mueve para buscar respuestas y a una joven a quien proteger.
De impecable factura técnica, notable dirección y un guión no exento de los clichés que todo fanático echaría de menos si no estuvieran, este filme presenta una nueva versión de un villano conocido, a cargo del estupendo Christoph Waltz.
Cierto es que la vara quedó muy alta con la épica "Skyfall", mas esta nueva aventura del agente secreto más famoso no defraudará ni a propios ni a extraños.