007 Spectre

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

MATAR Y DEJAR MORIR

La muerte en el universo Bond no había tenido tanto peso desde que Daniel Craig se puso el traje del espía. Desde CASINO ROYALE (2016) hasta SPECTRE (2015), y sobre todo en la entrega más reciente de la saga, el peso y las consecuencias de la mortalidad fueron haciéndose cada vez evidentes en esta reinvención más oscura de 007. Claro que el personaje principal siempre estuvo adentro de una burbuja protectora: sabemos que, no importa cuantos golpes y disparos reciba, nada puede pasarle. Sin embargo, la muerte rodea al personaje: está en los seres queridos que pierde en el camino y en los villanos que liquida en sus misiones (sin contar a los secuaces menores, claro, que esos caen como Stormtroopers sin que a nadie le importe). Y aunque suene raro poner el foco sobre la muerte en una saga inmortal sobre un personaje prácticamente invulnerable, hacía allí apuntaron los realizadores del film número 24 de la franquicia. No es casualidad, entonces, que esta nueva aventura comience en la celebración del Día de los Muertos, en México, con un magnífico plano secuencia cortesía del director Sam Mendes. Este atractivo inicio da pie a una serie de intensas escenas de acción que dejan la vara demasiado alta para el resto de la película.
Sin el apoyo de la organización para la que trabaja, Bond (un Craig muy seguro y bien plantado, ya totalmente metido en el papel y haciéndolo de taquito, sin que eso le quite méritos) comienza a investigar a una misteriosa y muy poderosa organización terrorista conocida como SPECTRE. Las pistas van apareciendo de manera algo forzada y llevan al protagonista de un lado a otro del mundo, sin que el cambio de países este justificado de forma totalmente orgánica. Como debe ser, en la misión habrá persecuciones, luchas y tiroteos, pero ninguna de estas secuencias logra ser tan asombrosa como la inicial.
En sus andanzas, Bond estará acompañado por Madeleine Swann (Léa Seydoux), una joven bella y resuelta, pero cuya presencia no tiene el peso suficiente como para superar, ni por asomo, a la gran chica Bond de la era Craig, Eva Green. En cuanto al villano, la interpretación de Christoph Waltz puede dividirse en dos: al principio del film hace su ya clásico "loquito contenido y controlador"; después, se desata un poco con un villano más siniestro, algo caricaturesco y retro-bondiano. De todos modos, no se trata de un antagonista demasiado jugoso, aunque el problema es del guión, no del actor. Por su parte, Dave Bautista es puro músculo y presencia física, un matón al estilo de Oddjob en GOLDFINGER (1964): a pesar del efecto nostálgico (que está diseminado aquí y allá, en todo la película) y de una sola brutal pelea, queda la sensación (sobre todo para los que lo vimos en GUARDIANES DE LA GALAXIA) de que al grandote el rol le quedó chico.
Para satisfacción de los fans del Bond de Craig, SPECTRE ata algunos cabos sueltos de entregas anteriores y reflota, aunque más no sea en menciones, a algunos personajes de CASINO ROYALE y sus continuaciones. Al mismo tiempo, resulta un acierto que Q (Ben Whishaw) y M (Ralph Fiennes) tengan un poco más de participación en el desenlace. Por otra parte, el concepto de la muerte, bien planteado a lo largo de toda la trama, resulta más que adecuado para este film con cierto sabor a despedida. Sabemos: los actores vienen y van, pero Bond es tan eterno como los diamantes y la muerte.