Una importante respuesta de público no es garantía de buena película
Las películas de James Bond, el agente 007, ya tienen un lugar asegurado en las carteleras cinematográficas y “007 Spectre” no parece defraudar las expectativas en lo que a taquilla, tanto local como internacional, se refiere.
Otra cuestión muy diferente es cuando se analizan sus cualidades artísticas e incluso como posible entretenimiento.
Desde el lejano 1962, en que Sean Connery interpretara al primer Bond (“El satánico Dr.No”, se llevan filmadas dos docenas de películas del popular agente secreto. Las últimas cuatro tienen a Daniel Craig en dicho rol y no se puede decir que sus actuaciones decepcionen. La que sí lo hace es la película que acaba de estrenarse, cuya duración resulta excesiva y con pobre contenido de la trama.
Otro de los puntos fuertes de las películas de Bond son las famosas “chicas” y no está de más recordar que en la primera quien lo acompañaba era la bella Ursula Andress. Aquí hay dos, pero la primera de ellas y también “escultural” (Monica Belluci) está totalmente desaprovechada. Algo mejor le va a Léa Seydoux, quien tuvo su rol sensual no hace mucho en “La vida de Adèle”, ganadora del Festival de Cannes en 2013.
Como siempre hay también un “malo” de la película y en esta oportunidad se trata de Ernst Stavro Blofeld, un personaje recurrente que en 1967 interpretara el inolvidable Donald Pleasance en “Sólo se vive dos veces”, uno de los mejores films de la serie en toda su historia. Aquí le da carnadura Christoph Waltz, a quien se prefiere en “Bastardos sin gloria”, que lo lanzara al estrellato.
Tampoco convencen Naomie Harris como Moneypenny ni Ben Whishaw como Q y quien sale más a flote es Ralph Fiennes como M, aunque sin llegar a la altura de la gran Judi Dench.
Lo que menos interesa es la historia de “007 Spectre”, nombre de la malvada organización que imaginó Ian Fleming para combatir al célebre personaje por él creado. El film se pasea por la ciudad de México el “Día de todos los muertos” (secuencia inicial bien lograda) para luego trasladarse a Roma en un costoso Aston Martin, Tanger (Marruecos) pésimamente aprovechada (ciudad que este cronista venera) y Londres.
Hacia el final la acción se incrementa pero ello no alcanza para redimir a este capítulo no muy logrado y que dirigiera Sam Mendes (“Belleza americana”).