James Bond parece eterno. 53 añitos en la pantalla cumple el agente británico, y un poco más en las librerías del mundo. Ha tenido, como todo personaje longevo en el cine, sus buenas épocas, sus altibajos, pasos en falso y momentos dorados en este recorrido que no parece tener límites.
Mientras los productores andan intercambiando mails y llamados por celular para insistirle a Daniel Craig que se calce el traje una vez más, se estrena la cuarta que lo tiene como protagonista desde hace nueve años. 2006 con “Casino Royale”, fue claramente un renacer para el fanático de los Martinis con vodka. Más duro, humano, actual y también más conflictuado. Conocimos un héroe con costados oscuros, pasado turbulento y futuro incierto. No fue lo único que aportó esta etapa.
Como nunca los guionistas se ocuparon de amalgamar más de cincuenta años de historia con referencias, nombres, regresos y varios eslabones perdidos. La idea de esta empresa es que el espectador tenga poca necesidad de recurrir al archivo y enfrente lo venidero con una noción global de la saga y del personaje que tuvo su mayor exponente en la anterior. “Skyfall” (2012) fue perfecta. Dejó la vara muy alta y ahora “Spectre” (que ya desde el título nos lleva a 1962, cuando la organización criminal apareció por primera vez), trata de ponerse a la par repitiendo casi el mismo equipo de la anterior: Sam Mendes en la dirección, los tres guionistas, Thomas Newman en la banda de sonido, etc.
El capo di tutti capi de la organización Ernst Stavro Blofeld, alguna vez interpretado por Donald Pleascense, Telly Savallas y en 2015 por Christoph Waltz, anda con ganas de dominar el mundo otra vez, pero como ya no estamos en la Guerra Fría la cuestión se dirime con el control total de las redes y de la unión de todos los servicios de inteligencia de las potencias mundiales comandados desde el cuartel general en Londres. “¿Cree que se puede comparar a Bond con drones y tecnología?” espeta C (Andrew Scott). Claro, tratar a 007 como algo obsoleto podría sonar a chiste, pero resulta que como todo tiene que ver con todo, el ser enemigos no va a ser el único vínculo que une a James Bond con el resto de los villanos.
Por ahí pasa la cosa en “Spectre”, pero en lugar de apoyarse por completo en los hilos dramáticos propuestos desde “Casino Royale” a esta parte, el guión elige darle la misma importancia a lo circunstancial de las escenas de acción (muy bien filmadas por cierto) con lo cual algunas situaciones parecen algo demodé y hasta suenan a culebrón durante algunas fracciones de segundos. Esta circunstancia en particular alargan el relato pues los momentos de transición son tanto para conocer el pasado de James Bond como para unir a la chica de turno, Madeleine (Lea Seydoux), en la red hereditaria de los viejos enemigos. Un eslabón que si no existiese no cambiaría mucho de la trama pero, claro, nos quedaríamos sin “la chica Bond” de este año.
Aparecerán numerosas referencias al mundo de Ian Fleming, incluso en los títulos decorados por la canción más insulsa, melosa e intrascendente de la historia del personaje. Se podría decir que la jugada por el entretenimiento sale bien, pero es en lo otro en donde la saga ha ganado terreno y sería bueno no abandonarlo para la que viene.