Bond extraviado en su propio laberinto
La nueva peli del agente 007 no es mala aunque está bastante alejada de -al menos- las dos anteriores que realmente fueron destacables.
El director Sam Mendes se une nuevamente al actor protagonista Daniel Craig, sin dudas el Bond más frío y oscuro de todos, y ofrecen una nueva aventura, aunque a saltos de cabalgadura con algo del pasado y personajes que tuvieron conexión anterior con el espía británico y su entorno. Con una muy buena apertura que recrea los festejos del Día de los muertos en Méjico, la trama como es costumbre va de paisaje en paisaje (Roma, Marruecos, Austria, etc) buscando resolver cuestiones o confirmando cosas, que en la mayoría de los casos quedan truncas o son poco entendibles, hay algunos fantasmas del pasado, más la novedad que JB se sale de eje para vengar la muerte de la anterior ´M´(que hacía Judy Dench), encima Craig en sus 47 años, asegura que se está despidiendo del célebre personaje.
En esta producción, donde Christoph Waltz compone su villano en piloto automático, y hasta uno lamenta la muy acotada aparición de Mónica Bellucci, se suma un nuevo ´M´ bastante cínico (Ralph Fiennes).
La canción de títulos tampoco posee encanto o ritmo pegadizo, es decir el agente secreto parece aquí más propenso a tener licencia para ...aburrir, de a ratos da esa impresión.