Sin conflictos
La nueva película de Bond hereda una expectativa, tras “Skyfall”, que no logra superar ni igualar.
Mientras Casino Royale salvó a Bond de una caída catastrófica a la que venía destinado con los últimos filmes de Pierce Brosnan, donde la fantasía y la inverosimilitud pasaban cada vez más como lo natural, en Skyfall aquello que empezaba a adivinarse en Casino… alcanzaba la cumbre. Un Bond más humano y cercano, aunque heroico, con tendencias suicidas, alcoholismo, cierto resquemor interno, dudas y más, con secretos revelados de su pasado, terminaba de dar vuelta la página a esta revisión del personaje de Ian Fleming.
Bueno, dieron vuelta la hoja, nomás, y Bond parece menos conflictuado consigo mismo y con el mundo. Hombre de honor y fidelidad con los suyos, intuíamos que la muerte de M (Judi Dench) no iba a pasar en vano. Así que en Spectre, como en una combinación sintética, aparecerán hechos y personajes de las tres películas anteriores -agregar Quantum of Solace, la más floja- en las que Daniel Craig (47 años) bebió el vodka Martini revuelto.
La organización Spectre, que ya aparecía en El satánico Dr. No, reúne a los malvados de las tres películas y le agrega uno nuevo que, según dice Christoph Waltz, es “el responsable de todos sus dolores”. Hay más sorpresas sobre la infancia de Bond, pero en la trama eso es jugar con la ignorancia del espectador, y no hacerlo partícipe de la misma.
La elección del actor que fue nazi de Bastardos sin gloria como malo de turno, a diferencia de las de Mads Mikkelsen, Mathieu Amalric y Javier Bardem, es más obvia y por ende menos efectiva.
Bond sigue viajando de aquí para allá -arranca en México, pasa por Londres, Roma, picos nevados en Austria, Tánger-, enamorando mujeres hermosas (al personaje de Mónica Bellucci la conquista en el mismísimo funeral de su esposo)- y no se sabe dónde esconde sus trajes (y Léa Seydoux sus vestidos y zapatos de taco alto), pero allí están, impecables.
También tiene un auto con chiches nuevos, un reloj con alarma “fuerte” y un final como para hacer pensar en el futuro de Bond. Aunque todos sabemos -Craig, la productora Broccoli, el público- que habrá otro Bond más. Si se habla de 009 pero no se lo/la muestra...
Con Spectre sucedió lo mismo que con Quantum of Solace. Heredan una expectativa de la que terminan siendo huérfanos. Tal vez el apuro en salir a la pantalla para aprovechar el calorcito del éxito reciente termina apresurando y acelerando ideas y guiones antes de tiempo.
Paradójicamente, la película arranca con un plano secuencia impresionante, que sigue a Bond disfrazado de cadáver el Día de todos los muertos en México caminando por la calle, se mete en un hotel, un ascensor, un cuarto y se cuela en la azotea, mientras 007 persigue al malvado. Y lo que sigue es la peor canción, la más insípida de apertura de la historia de la franquicia.
Uno puede empezar con el ánimo arriba, pero si desde la pantalla no lo ayudan...