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100 % Lobo. Crítica.
Película australiana de animación dirigida por Alexs Stadermann.
Nito Marsiglio Hace 19 horas 0 9
El director se sumerge en el mundo de los licántropos para contar una historia que habla mucho de valores que están muy presentes en estos momentos como ser el de la inclusión. Por Nito Marsiglio.
La presentación con los títulos, dado la estética utilizada, es de noche, la musicalización es algo atemorizante y se escuchan aullidos de lobos; ya va generando un clima que se asemeja a un film de terror. Continúa con un niño corriendo, parece asustado, y por las terrazas se ven a unos feroces lobos que dan la sensación de que lo persiguen. El niño lleva un anillo que por momentos brilla como si estuviera dotado de algún tipo de magia. El niño avanza escondiéndose y agitado, mientras los lobos continúan acercándose a toda carrera por los techos de las viviendas. Se escucha el grito de una mujer y aparece un plano general de un edificio en llamas. El más fornido y de aspecto temible de los lobos les habla al grupo y los organiza, entran al edificio salvando a la mujer, que ya estaba desmayada, de las llamas. Ahí aparece el niño muy alegre y se dirige al jefe de los lobos como si fuera su padre.
Con este notable comienzo, que logra desorientar al espectador, Alexs Stadermann presenta a algunos de los personajes que serán el centro del relato de la historia y a la vez deja ya vislumbrarse el conflicto entre el jefe de la manada y su hermano. En esa parte hay tal vez un paralelo con “El rey león”.
Freddy Lupin, el niño mencionado, es el hijo y heredero de una noble familia que en la noche de luna se convierten en hombres lobos y tienen como objetivo ayudar a los humanos, pero sin que ellos sepan de su existencia. A Freddy le faltan 6 años para tener la iniciación y convertirse en un gran licántropo aullador que en el futuro dirija a la manada. Pero esa misma noche en un accidente muere el padre de Freddy y su tío toma el control de la familia hasta que este tenga la edad para la transformación y tomar el lugar de su padre. Ese día llega, o más bien esa noche de luna llena, allí están todos los licántropos reunidos en la gran mansión con el fin de presenciar el proceso de conversión del joven heredero. Freddy está en el centro de la sala de ceremonias rodeado de todas las personas que componen esa extraña comunidad. El ama de llaves activa un dispositivo que hace que se corra una porción del techo de la sala y deja entrar los rayos de la luna llena. Los distintos miembros de la comunidad van pasando por el rayo y se van convirtiendo en hombres lobo y todos quedan esperando el momento de Freddy. Este ingresa al haz de luz y comienza a tener convulsiones, se ve una explosión y al despejarse el humo donde estaba Freddy hay un pequeño perro Poodle blanco con un mechón rosa.
El guion si bien tiene momentos que decae un poco, logra mantener la atención, pero lo fundamental es el trasfondo de este ya que se refiere a valores como: la búsqueda de la identidad, la amistad, la inclusión y el rechazo a la ambición desmedida.
Con una animación muy bien lograda Stadermann logra una obra que a la vez de entretener es portadora de mensajes muy en sintonía con los actuales debates.
Puntaje: 75.