Este film de Diego M. Castro es un retrato realista de la vida de un chofer de taxi de Rosario, con apenas algunas situaciones extraordinarias que hacen de los días que se cuentan en el film distintos del resto: un pasajero que se descompone en pleno viaje, un paquete olvidado y la distancia creciente con su pareja, que crean una disrupción en la rutina de Leo (Santiago Ilundain).
El afán por mostrar la monotonía de los días resulta efectivo, pero en la acumulación es algo excesivo. Lo mejor del film es la mirada durante los viejaes desde el interior del auto (y de la mente de Leo) hacia Rosario, un centro urbano que no es Buenos Aires, lo cual sucede lamentablemente poco en el cine argentino.