Golpe a la mandíbula
12 años de esclavitud (12 years a slave, 2013) es una película shockeante. Por lo que narra y por cómo lo narra. Muestra con crudeza el sadismo ejercido por los hombres blancos hacia sus esclavos. Un sadismo ejercido audiovisualmente del mismo modo que en el film de Mel Gibson La pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004).
El director Steve McQueen (Shame, Sin Reservas) vuelve sobre los cuerpos atormentados para hablar –esta vez- de la esclavitud sufrida por Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor). Basada en un hecho real como anuncia en sus comienzos, la película se basa en el libro autobiográfico que el mismo Solomon escribió en 1857, luego de ser secuestrado y transportado a un campo de algodón como esclavo. Solomon era un hombre libre, culto, artista y vivía feliz con su familia. Fue despojado hasta de su identidad, para ser vendido como esclavo. En los campos recibirá el peor de los tratos y su vida correrá peligro constantemente.
La película elige mostrar los avatares sufridos por Solomon de manera frontal, directa y sin tapujos, con torturas y desgarramientos de piel en primer plano. El problema surge cuando, mediante este procedimiento, se imposibilita la reflexión al espectador. El shock produce parálisis de los sentidos, bloqueando la distancia entre el hecho y la oportunidad de razonarlo. No hay reflexión, no hay procesamiento del fenómeno vivenciado. 12 años de esclavitud reitera planos de espaldas siendo desgarradas a latigazos, primeros planos de esclavos desechos en llantos, imágenes muy fuertes difíciles de procesar. Su impronta lo es todo y no permite tomar distancia de lo visto. La banda sonora –y nos referimos a todo el sonido, no sólo a la música- es fundamental en este armado. Los sonidos generan climas de tensión invariable y una atmósfera inestable. Los arranques de violencia son resaltados por la edición de sonido, reforzando el impacto causado por la imagen.
No juzgamos la veracidad de lo narrado, muy ciertamente lo expuesto en el film de Steve McQueen sucedió así como otro sin fin de atrocidades. Lo juzgable es la manera de representarlo en pantalla, la forma efectista de impactar al espectador sin permitirle digerir el suceso planteado. Como si la violencia cinematográfica fuese el único medio para comprender la gravedad de los hechos representados.
12 años de esclavitud se ubica en el grupo de películas que trajo a la actualidad el tema de la esclavitud: Lincoln (2012), Django sin cadenas (Django Unchained, 2012), El mayordomo (The Butler, 2012). Pero sin lugar a dudas esta película es la denuncia más violenta y descarnada –en todo sentido- del episodio negro de la historia de los Estados Unidos de América.