Nada nuevo, pero muy bueno.
12 years a slave no es la primera ni será la última película en tratar el tema de la esclavitud en el cine. A pesar de ser una historia real y tener una ligera variante en la trama, es un argumento que ya hemos visto en múltiples oportunidades en la pantalla grande. Pero no es el qué lo fundamental en el cine, sino el cómo. La ganadora del Oscar a la mejor película de 2013 quizás no derroche originalidad en su relato, pero está tan bien realizada que es imposible encontrarle puntos débiles.
Cualquiera sea la perspectiva cinematográfica, 12 years a slave supera los estándares. Su guion está perfectamente estructurado, el reparto es imponente y la dirección no menos que impecable. Steve McQueen ha sabido componer una obra casi perfecta y, a pesar de la dureza de la historia, es verdaderamente un placer sentarse a ver una película tan cuidada en cada uno de sus detalles.
No vale la pena discutir si merece un Oscar o no. Lo que sí importa, sin embargo, es que 12 years a slave es una gran película independientemente de su argumento. Quizás no sea original, pero es un relato contundente desde lo narrativo y sobre todo impecable desde lo cinematográfico. El cine, después de todo, es como la gastronomía: un plato tradicional bien logrado siempre valdrá la pena.