Steve McQueen nos relata la historia de Solomon Northup, un afroamericano libre que es engañado, secuestrado y vendido como esclavo en los Estados Unidos previos a la Guerra de Secesión.
En aproximadamente 2:15 horas el director logra desarrollar un relato de mero tono ilustrativo y que no genera más que lástima por esas pobres personas que fueron vendidas e utilizadas como objetos.
¿Es esta una historia más de esclavitud? claro que no. ¿Es Solomon un héroe que intenta contra viento y marea cambiar su destino? Tampoco. Es simplemente una persona presa de la circunstancias y que hace carne ese refrán que dice “persevera y triunfarás”. Son doce los años que aguarda, hasta que un golpe de suerte, por llamarlo de alguna manera, lo pone frente a un hombre que le pueda traer justicia a su arruinada vida.
La esclavitud aquí parece ser algo así como una cuestión de fortuna, si te toca el “amo bueno” la pasarás más o menos bien y si te compra el “amo malo” la pasarás mal o muy mal. Quien pueda hacer la lectura de este proto-sistema capitalista reflejado en esta historia podrá decir que muchos de nosotros seguimos estando bajo esas mismas circunstancias en nuestras relaciones laborales de dependencia. Más allá de esta relativización del esclavismo, el film refleja bien, como tantos otros, este flagelo, que en pleno siglo 21 sabemos sigue existiendo, aunque no de la forma burda de los siglos pasados, por la aceptación social que tuvo.
Salomón es un esclavo, es un hecho, pero uno que comparado con sus pares corrió mejor suerte y hasta se podría decir que por momentos hasta gozó de privilegios. Y tuvo la inteligencia de no revelarse lo suficiente como para terminar muerto. Aunque un evento, lo obligó a defender lo poco que le quedaba de dignidad, arrebatándole la posibilidad de seguir con un `amo bueno`, amable y hasta justo (dentro de los parámetros de un esclavista) para pasar a ser propiedad de alguien que es todo lo contrario siendo exactamente lo mismo y repito: un esclavista. Con un montaje por momentos caprichoso y en otros inentendible, acompañado de música disonante que quiere obligarnos a prestar atención, el británico McQueen, más allá del título del film nos hace difícil darnos cuenta del paso del tiempo en la vida de este pobre y resignado hombre. Tampoco nos informa mucho de su vida anterior, lo que seguramente podría haber sido mucho más interesante para el relato.
El film no sorprende y puede impresionar con algunas secuencias por el poco respeto que se le tiene a la vida de los esclavos, cosa que ya todos sabíamos y que a veces no es necesario remarcar . Obviamente al tratarse de hechos reales basados en un libro es correcto que los sucesos se cuenten de la misma forma y que se respeten, pero queda muy en claro que la adaptación cinematográfica del mismo puede resultar carente de ritmo e interés para el espectador.
Sin dudas la elección del reparto, que nos deleita con nombres como Brad Pitt, Paul Dano, Michael Fassbender, Paul Giamatti, Benedict Cumberbatch, quedan sólo ahí en el encanto de saber que participan, porque ninguno tiene una actuación destacada que merezca ser recordada, un desperdicio de capital actoral para un film de semejante duración.
En definitiva, 12 años de esclavitud nos muestra demasiada corrección política y al igual que su personaje protagonista, no le surge la rebeldía necesaria como para que quede en la memoria (como un buen recuerdo cinéfilo), ni para generar las ganas suficientes para volver a toparse con él.