En 12 horas para sobrevivir hay tanto terror como ironía política
Esta saga que combina terror, violencia sádica, elementos distópicos y acción con espíritu del cine de clase B es una auténtica rareza. En principio, porque las tres películas fueron escritas y dirigidas por la misma persona y, sobre todo, porque ha ido mejorando de manera paulatina, cuando en general las franquicias se desinflan rápidamente. Si la segunda entrega (12 horas para sobrevivir) era mejor que la primera (La noche de la expiación), esta tercera es decididamente superior, ya que al ingenioso concepto que se repite, le suma una factura aún más sólida y una sátira política a tono con estos tiempos preelectorales en EE. UU.
Frank Grillo (actor con algo de Lee Marvin y Charles Bronson que parece salido de los films de John Carpenter o Walter Hill, indudables referentes de DeMonaco) regresa como el jefe de seguridad de la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), aspirante a la presidencia con chances de destronar al ultraconservador mandatario (Kyle Secor) y terminar con la purga anual a la que alude el título; ese lapso de 12 horas en el que todo está permitido: saqueos, violaciones, asesinatos. Los gobernantes consideran que esa descarga social durante un tiempo limitado permite que desciendan los índices de inseguridad.
Amenazados en su manejo del poder, una logia de políticos, empresarios, paramilitares neonazis y eclesiásticos que se autodenomina Los Nuevos Padres Fundadores pretende aprovechar esa noche para asesinar a la candidata opositora, quien encontrará ayuda no sólo en su leal guardaespaldas, sino también en un querible grupo de personajes negros y latinos ("he sobrevivido a una purga diaria en Ciudad Juárez", dice un inmigrante mexicano, exaltando el tono de ironía política de esta propuesta).
Con un buen uso de las calles de Washington D.C., escenas nocturnas construidas a pura tensión y potencia, y un desparpajo que se agradece, este es un producto eficaz como entretenimiento y bastante audaz e inteligente como alegoría y denuncia sobre un futuro cercano en el que se pueden apreciar contradicciones y miserias de un presente con múltiples conflictos raciales y diferencias de clase.