DIOS, PATRIA Y ARMAS DE FUEGO
Las dos primeras entregas de la serie “The Purge” basaban sus relatos en una premisa que, de no ser un poco extrema, hubiera encajado sin problemas en un capítulo de La Dimensión Desconocida. A saber, que una vez al año los Estados Unidos, ahora “renacidos”, implementan/celebran la Noche de la Depuración por la cual todos los delitos, incluido el asesinato, están permitidos durante 12 horas. A partir de ahí, el país se sumerge en el todo vale y el sálvese quien pueda. Con una premisa así de simple y brutal podrían haberse contentado con explotar la violencia y la acción y quizás hubiera sido suficiente. Pero si bien estos elementos no faltan, James DeMonaco (director, guionista y responsable principal de la ahora trilogía) prefirió además explorar ese universo a fondo y ver hasta dónde podía llegar en sus implicancias sociales y políticas.
En el primer film, La noche de la expiación (2014) con el escenario acotado de una casa sitiada en un barrio cerrado y un elenco limitado a una familia y sus acosadores, ya estaban presentes el racismo y el odio de clase. En el segundo, 12 horas para sobrevivir, se ampliaba el escenario a las calles salvajes y se ampliaban también las implicancias políticas ya que se mostraba más explícitamente lo que antes se sugería, que la Depuración no obedecía solamente a fines catárticos, sino que los “Nuevos Padres Fundadores”, verdaderos higienistas sociales, habían claramente diseñado el evento para una limpieza étnica y social, ya que las víctimas principales siempre terminaban siendo las clases (nunca mejor dicho) más vulnerables.
Para este tercer film el discurso político ya ocupa un primer plano, la protagonista es una candidata a presidente que pretende acabar con la depuración y poner en jaque todo el sistema que esta sostiene. La noche en cuestión se viene encima y la elite gubernamental, convencida que si sucede conviene, decide aprovechar sus posibilidades para deshacerse de ella y, como a la suerte hay que ayudarla, mandarle encima un comando de exterminio. La senadora y su guardaespaldas (Frank Grillo, uno de los protagonistas del segundo film) escapan por los pelos a una emboscada, pero ahora tienen que atravesar la noche y la ciudad, junto a otro grupo de parias, para escapar a sus perseguidores que no se van a rendir así nomás, y eludir los peligros de esas calles peligrosas.
Al igual que sus antecesoras, 12 horas… es una película Hobbesiana, donde se plantea que, libre de cualquier lazo, el hombre es lobo del hombre, o más bien perro rabioso, y que se requiere un esfuerzo consiente para a ser mejores. El título “Día de la elección” da una pauta de que sus implicancias se extienden también fuera de la pantalla. En tanto sátira y crítica social, corre a veces el riesgo de subrayar y a veces de querer abarcar demasiado, pero su autor maneja su discurso con cintura e inteligencia y ayuda la decisión de hacerlo también desde el humor.
No todo es bajada de línea y DeMonaco no se olvida que se trata de un film de ciencia ficción (en el sentido especulativo y de la distopía), de acción y hasta de terror, elementos que forman gran parte del paquete, y donde el escenario recuerda otras pesadillas urbanas como The Warriors o Fuga de Nueva York, donde el territorio, la ciudad, es un antagonista. El film funciona en ambos niveles, como manifiesto y como entretenimiento vertiginoso, como apelación al debate y como diversión descerebrada y lo hace de manera que ambos se complementen. Un logro extraño, paradójico y para nada menor.
12 HORAS PARA SOBREVIVIR: EL AÑO DE LA ELECCIÓN
The Purge: Election Year. Estados Unidos. 2016.
Dirección: James DeMonaco. Intérpretes: Elizabeth Mitchell, Frank Grillo, Mykelti Williamson, Edwin Hodge, Joseph Julian Soria, Kyle Secor y Betty Gabriel. Guión: James DeMonaco. Fotografía: Jacques Jouffret. Edición: Todd E. Miller. Musica: Nathan Whitehead .Duración: 105 minutos.