La cuarta entrega de una franquicia que sorprendió la primera vez, y que tuvo su versión más redonda con “el año de la elección” viene seguramente a cerrar la serie aunque se trate de una precuela. En esta ocasión su creador James DeMónaco se queda como guionista y productor y dirige Gerard McMurray para traernos el inicio de la historia. Como ese gobierno absolutista de los “nuevos padres de la patria” se entusiasman eufóricos cuando una científica les da la idea con su teoría de una noche para matar impunemente al año, como válvula de escape y encauzamiento del comportamiento social. Ya sabemos por las anteriores como el gobierno manipula la acción mortal para sacarse de encima a sectores de la población indeseables (léase pobres, latinos y afroamericanos). Nada sorprende entonces aunque aquí se explicita, que para ese primer ensayo –se lo ubica en Staten Island- se pague a los que participan, se les da unos lentes con cámaras que dan efecto de brillo en la oscuridad, muy adecuados, y se duplica el premio si salen a las calles a matar o morir. La isla en el film la habitan latinos y negros (en realidad la población es mayoritariamente blanca, de clase trabajadora que votaron a Trump, único lugar del estado de Nueva York donde ganó, pero en fin…). Por supuesto que el film carece de toda sutileza, y si tiene alguna intención de sarcasmo político es demasiado obvio porque su mayor atractivo esta en la carnicería desatada por un ejercito de mercenarios contratados por el estado, para reavivar la violencia que no brota en la noche según las expectativas del gobierno. Estas bandas tiene mascaras de Ku Klux Klan, o vestimentas nazis para que nadie se confunda con que son “los malos”. Por el lado de las víctimas los pobres latinos y negros que reciben la ayuda de un jefe narco, que cual “pantera negra” mostrando músculos en camiseta, es tan letal y bonito, como un superhéroe. Entre cerebros disparados y despanzurramientos hay momentos de diálogos amorosos, filiales o solidarios. Pero como un film clase B hay muertes masivas, un loquito con jeringas en vez de los puñales de Freddy Krueger, y otras lindezas. Las escenas de acción están muy bien filmadas. Solo para fanáticos del cine violento.