"12 horas" que dan miedo
No hay nada, absolutamente nada en 12 horas que justifique su estreno en una cartelera comercial. La historia de la joven que busca a su hermana desaparecida (o ida, según la traducción literal del título original, "Gone") se enmarca en una estructura formal anoréxica, carente de todo interés más allá del mínimo que puede llegar a despertar un thriller con protagonista rubia sexy entre un público sin expectativas.
El film dirigido por el brasileño afincado en Hollywood, Heitor Dhalia, sería una buena elección para la programación de televisión por cable en la grilla de la madrugada, allí donde los desvelados encuentran algún título que los salve del insomnio. Es más, se trata de una película a la que la ausencia de oficio, ideas para el guión, líneas de diálogo mínimamente inteligentes y originalidad en el perfil de los personajes, la hubiera condenado hace una década o más a figurar entre los VHS menos requeridos en cualquier video club de barrio.
Con el correr de los minutos, la trama de Gone se vuelve desesperante para cualquiera que busque algo de sustancia. El desfile de sospechosos con cara de muy sospechosos y posibles asesinos es, en lugar de un acierto de casting, un monumento a la obviedad de lo peor de la fórmula de los estudios antediluvianos. Y así podríamos seguir enumerando razones por las cuales 12 horas es, ya, candidata a ser una de las peores películas del año.