Una pelìcula al servicio de una actriz que está peleando -no se lea en ello nada peyorativo- por ser una estrella. Es buena, Amanda Seyfried, y tiene el tipo de rostro que puede darle fama absoluta en algún momento. Hoy es como esos equipos buenos de mitad de tabla que en cualquier momento pegan el salto al campeonato, pero que no son nunca los candidatos puestos. Este film es un thriller de suspenso con todos y cada uno de los lugares comunes de este tipo de fórmula: chica que dice haber sobrevivido al ataque de un asesino serial (nadie le cree) imagina o sabe que su hermana ha sido secuestrada por error. La policía no se hace cargo de investigar nada y ahí va ella al rescate. El resto lo puede imaginar perfectamente: el gran atractivo del film reside en ver a Seyfried mirar, conducir, correr, disfrazarse, ponerse nerviosa y blandir un arma. Decir que el film “critica a la institución policial” porque los investigadores pueden ser categorizados cientìficamente como “nabos” es demasiado: que la policía sea inútil es otro de esos lugares comunes frecuentes en este tipo de ficciones. El suspenso funciona bastante bien durante gran parte de la proyección y uno sale tranquilo, pensando en los ojos que tiene esa chica...¿cómo se llama?