Juguemos en el bosque
Si lo tuyo son los bosques, perderte en la oscuridad y seguir el hilo del suspenso podés adentrarte en 12 horas, el tiempo que tiene Jill Parrish, encarnada por la bella Amanda Seyfried, para rescatar a su hermana de las garras de un misterioso secuestrador.
En la ciudad de Portland, Oregon, los días transcurren sin prisa, con ese espíritu bucólico característico del paisaje entre árboles y hojas. Pero al igual que en muchísimas películas, esa tranquilidad se quiebra con la amenaza de un lunático que no tiene mejor idea que coleccionar chicas perdidas. Ese fue el supuesto caso de Jill, quien hacia algunos años salió (con la ayuda de su captor) y escapó de un pozo ubicado en medio de la espesura del bosque.
Desde ese momento la pesadilla del secuestro persiguió noche tras noche a la rubia protagonista. Su empleo nocturno en una cafetería del pueblo y el coqueteo con el amanecer siempre la mantuvieron en vilo. Esa sensación de incertidumbre al borde de que todo tome un giro inesperado es uno de los puntos fuertes de la película. El desbalanceo del guión recae en el humor de Jill Parrish, propensa a inventar historias y esquivar la ley creando sus propias reglas (ojo, que ahí no escapa a la realidad en los tiempos que corren)
La paranoia de la joven se hace realidad cuando su hermana es secuestrada y allí Seyfried encaminará su cruzada para encontrar al culpable, cueste lo que cueste. La lucha contra la incredulidad policíaca (piensan que su anterior desaparición fue algo ficticio) y su background relacionado a la internación en un neuropsiquiátrico por su obsesión boscosa complota contra el personaje.
Amanda hace una discreta interpretación en un film donde todo ocurre a gran velocidad y los primeros planos abundan. Estado físico no es algo que le falte a la protagonista, y curvas tampoco: como las que se ven a través de las cortinas mientras se da una ducha nocturna. La noche y el histórico temor a la oscuridad en medio de la naturaleza desata una persecución, en base a pistas telefónicas, de Jill con el eventual secuestrador. El resto es predecible para una película que no le suma demasiado al género thriller de suspenso.