A más de 25 años del estreno de Filadelfia (Philadelfia, 1993), una película que habló sobre la epidemia del SIDA cuando en la sociedad todavía se refería al tema en voz baja, Francia se anima a volver a la misma época para contar otra historia sobre la enfermedad, pero haciendo foco en el activismo.
El guión de 120 Pulsaciones por Minuto (120 battements par minute, 2017) está centrado en comienzos de los ‘90 y relata el día a día de una organización llamada ACT UP. Los militantes, abiertamente gays y la gran mayoría infectados, organizan escraches a funcionarios y laboratorios por la poca asistencia a las personas que viven con el virus y por la falta de distribución de las pastillas necesarias para sobrevivir.
Si bien el producto final es contundente y retrata una época de manera cruda, sin anestesia, tiene problemas para pasar del ámbito público al privado. Es decir, de contar con la misma altura la lucha social y la intimidad de los protagonistas. Sobre todo en el desenlace, cuando parece que la película va agonizando al igual que uno de los protagonistas.
Se destaca en el elenco el argentino Nahuel Pérez Biscayart, en un francés impecable.