Ninguna película que toque temas referidos a guerra puede tener un final feliz. Mucho menos, podemos disfrutar cuando hay tanto sufrimiento. Este film se regodea con imágenes tremendas y atroces.
Un grupo de americanos que les toca estar en el peor lugar del mundo y en el peor momento. Seis hombres de alta seguridad contratados para defender el complejo diplomático Americano de terroristas en Libia (2012). Un país en conflicto con fuerzas de choque internas, que tiene libertad de comerciar armas de altísimo calibre en las calles, cual mercado persa. Sin gobierno. Menos ley. La muerte acecha.
Incomoda hasta por demás la cámara inquieta del director, que habla de un estilo de lenguaje cinematográfico. Incomoda. Puede pasar lo peor en cualquier momento. Y juega con eso. El espectador va entendiendo esa dinámica, pero no se relaja. Salvo algunos momentos, como cuando por intermedio de flashbacks los vemos a alguno de los soldados americanos con sus esposas e hijos, es imposible ponerse en un lugar.
Nada esta bien. En una guerra nada puede estarlo. El fanatismo se retroalimenta con mas odio, por aquellos que murieron, por su país, por sus familia, por su religión. Y el legado que les queda es terrible.
“13 horas: Los soldados secretos de Bengasi” esta basada en una historia real, y por la propuesta estética, por momentos, parece un documental. Hay una frase que se repite en tres oportunidades: “Todos los dioses, todos los cielos, todos los infiernos, están dentro de ti”.