15:17 Tren a París (15:17 París, 2018) cierra la trilogía de “héroes reales” de Clint Eastwood que comienza con Francotirador (American Sniper, 2015) y sigue con Sully: Hazaña en el Hudson (Sully, 2016). Esta es la peor de todas.
El intento de atentado ocurrido el 21 de agosto de 2015, cuando tres jóvenes americanos que viajaban por Europa se enfrentaron a un terrorista en un tren con destino a París, con 500 pasajeros a bordo, dura unos diez minutos. Por ende 15:17 Tren a París se remonta al año 2006 donde Anthony Sadler, el amigo de color del trío que integra junto a Alek Skarlatos y Spencer Stone, cuenta cómo se conocieron y entablaron amistad desde sus años escolares. La historia hace un recorrido por la educación cristiana que recibieron, su amor por jugar a la guerra donde, según el film, “entablan un sentido de equipo”, y su entrenamiento en las fuerzas. Cuando deciden hacer una pausa y reencontrarse en un viaje de placer por las principales capitales europeas se topan con el hecho que da sentido al film. Estos antecedentes son puestos en la película para justificar su reacción en el tren.
De los tres amigos, la película se centra en Spencer Stone. Primero por su rol protagónico en el tren, y después por su intención contra viento y marea de alistarse para servir a su país. El esfuerzo que afronta supone un destino heroico. Un destino de connotaciones bíblicas -el comienzo de la película así lo marca-, e incluso con varios planos a contraluz siendo “iluminado” en situaciones clave del relato.
Parece mentira que el director sea el mismo de Los imperdonables (The Unforgiven, 1992). John Ford que participó defendiendo a los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial también filmó Las viñas de la ira (The Grapes of Wrath, 1940) estableciendo contradicciones ideológicas en su obra. O al menos así fueron interpretadas. Lo cierto es que si vemos El sargento de hierro (Heartbreak Ridge, 1986) o alguna de las películas menos recordadas de Eastwood, entenderemos que su espíritu republicano siempre está presente en su filmografía solapado en una potente narración clásica. Cuando la narración no funciona, el castillo de naipes se derrumba.
Más allá de las cuestiones ideológicamente complicadas (también presentes en Francotirador), 15:17 Tren a París tiene problemas narrativos. La película abandona la narración inicial de Anthony a los cinco minutos y sin retomarla nunca. Los hechos previos al atentado contienen escenas innecesarias como las imágenes turísticas del viaje por Europa, la fiesta en la disco o la del encuentro con la turista en Venecia. Podrían suprimirse y la historia sería la misma. Situaciones que ralentizan sus breves 94 minutos haciendo tedioso al film.
No es un dato menor que el guión de Dorothy Blyskal esté basado en el libro de Anthony Sadler, Alek Skarlatos, Spencer Stone, y Jeffrey E. Stern, los mismos que estuvieron ese día en el tren, que además se interpretan así mismos en el film. Hecho que busca darle veracidad al asunto pero termina por exponer su amateurismo (como escritores primerizos y como actores debutantes).
El intento de Eastwood de homenajear a estas personas de la vida real es noble, pero la manera de hacerlo muestra su peor faceta, dando un paso atrás en su obra.