Tres amigos con un destino
Clint Eastwood dirige este largometraje que centra su atención en tres jóvenes estadounidenses que en agosto de 2015 estuvieron a bordo del tren que unía Ámsterdam con París donde un hombre armado atentó contra la vida de todos los pasajeros a bordo. La curiosidad de esta producción tiene que ver con que Alek Skarlatos, Anthony Sadler y Spencer Stone, los protagonistas del hecho, actúan en la película haciendo de sí mismos y, de esta forma artística y casi documental, reviven los horrores que tuvieron lugar en aquel tren europeo.
A partir del relato de primera mano de los protagonistas y de los libros que estos escribieron luego del hecho, el gran director californiano propone en esta película un viaje por la vida de tres jóvenes que lejos está de glorificarlos o ponerlos en una situación de lástima frente al público sino que lo que se busca es relatar tres historias que, como ocurre con las de todo el mundo, jamás podrían anticiparse como el camino hacia una situación tan traumática como esta del tirador del tren a París. De esta manera, Eastwood realiza un repaso por la vida de Alek Skarlatos, Anthony Sadler y Spencer Stone desde que se conocieran en la escuela primaria, etapa particularmente problemática para el trío, pasando por la adolescencia y terminando en una temprana adultez que en 2015 los encontró de viaje como mochileros por Europa.
En un análisis de tipo más convencional, vale decir que el director consigue involucrarnos en la vida de estos tres chicos diferenciándolos perfectamente por las individualidades que los caracterizaban pero sin perder de vista su funcionamiento grupal como amigos. Establecida esta base narrativa, el recorrido se vuelve un tanto más profunda mientras la trama empieza a acercarse a su tesis que tiene que ver con el destino de sus protagonistas. Sin complicarse con reflexiones demasiado esotéricas o existencialistas, la película recurre a la simpleza de sus personajes para establecer que por más lejano que esté el cumplimiento de una meta en la vida (como la infancia de estos tres chicos parecía anticipar), ese destino o esa tarea para la que nos creemos que fuimos hechos siempre es plausible de concretar de alguna forma u otra (y esa imprevisibilidad es clave para la historia) si no perdemos el foco y orientamos nuestros esfuerzos hacia ella.
Ahora bien, un comentario final está algo alejado del análisis convencional cuando un director tan reconocido como Clint Eastwood se propone, a los 87 años, dirigir a tres muchachos que no solo debutaban en el cine con esta película sino que nunca estuvieron ni cerca de pasar por un set de filmación en sus vidas. Queda de manifiesto una vez más la maestría de Eastwood cuando vemos este resultado final en el que los trabajos de los protagonistas están completamente a la altura desde lo actoral a la vez que le agregan el realismo total de estar interpretándose a sí mismos, cosa que en pantalla se refleja en todo momento.