Como todo buen cinéfilo, soy fan y consumidor del cine del maestro Clint Eastwood, por lo que lamento mucho escribir las siguientes líneas.
15:17 Tren a París es la película más floja de toda su filmografía como director. Lo que llama mucho la atención porque si algo nos ha demostrado es que su cine fue mejorando con el paso del tiempo, basta con recordar las joyas que nos regaló en los años recientes tales como Sully (2016), American Sniper (2014), Jersey Boys (2014), Gran Torino (2008), etc.
Pasa que hay un punto muy importante para destacar, uno que rompe el molde y motivo por el cual el buen Clint siempre aporta algo aunque no sea la mejor de sus películas, y es que este estreno está protagonizado por las personas reales que vivieron los hechos que se relatan.
O sea, dos soldados norteamericanos y un civil (amigos de toda la vida) revivieron en ficción lo que les pasó en la realidad.
El problema de esto es que no se anuncia en ningún momento, ni al principio ni al final, e incluso teniendo en cuenta el material de archivo uno puede creer que se logra con efectos especiales, algo más que posible hoy en día.
Si no tenés ese dato (porque no viste el tráiler) en la cabeza sentís que estás viendo un telefilm.
Porque al fin de cuentas ese es su atractivo. Es Eastwood en otro de sus actos de patriotismo, esta vez no de una forma cruda y cínica como lo hizo en American Sniper sino más bien heroico como lo planteó en Flags of our fathers (2006) y Letters from Iwo Jima (2006).
La factura técnica deja mucho que desear. Le falta scoope.
Sorprende que la fotografía la haya hecho Tom Stern, su colaborador desde hace años. Lo que deja por sentado que se buscó esa imagen tan poco fílmica adrede.
Por ello el film es un engendro entre película y falso documental.
Va a ser muy difícil de digerir para el público argentino.