Que Clint Eastwood es uno de los grandes realizadores de la actualidad nadie lo duda, pero cuando un producto como este llega a la pantalla, no sólo se pregunta el espectador el por qué de su obsesión con los héroes, sino que, principalmente, se cuestiona sobre el disfrazar como película una propaganda pro militar.
En la historia de los tres jóvenes que detuvieron a un mercenario dispuesto a arrasar con todos en el tren que da el título al film, hay una búsqueda por continuar con una mirada sobre el patriotismo de la gente común, pero en el subrayar constantemente cuestiones que tienen que ver más con su propia ideología, ese intento de hacer algo simple y honesto, termina por agredir desde la pantalla con su panfletario discurso.