La llamada Gran Guerra resultó ser un evento traumático y fue la última guerra tradicional, la guerra en la que millones de jóvenes europeos se encontraron arrastrándose entre el barro y corriendo a través de laberínticas trincheras peleando palmo a palmo en el territorio continental. También fue el conflicto armado la guerra que acabó con la utilización de caballos e introdujo tanques, aviones y también fue la primera vez que se usaron armas químicas. En el cine no hay tantos títulos como sí sucede con la Segunda Guerra Mundial, pero algunos grandes directores han puesto el ojo en ella como Kubrick (La patrulla infernal), Spielberg (Caballo de guerra), Peter Weir (Gallipoli) y ahora Sam Mendes con 1917.
En principio la película es en principio un ejercicio virtuoso, un complicado relato cuya gran virtud parece ser el hecho de mostrar la historia a través de aparentemente, dos grandes planos secuencia, es decir, que varios minutos de la película muestran el desarrollo de la historia sin cortes. Por supuesto que al espectador se le presenta el desafío de advertir en qué momento el realizador y su notable director de fotografía Roger Deakins, que empalman las secuencias y “hacen trampa”.
Un soldado es llamado por un superior y le asigna una misión casi suicida, pasar por el frente de batalla adentrarse hasta donde se encuentran 1600 hombres que están a punto de caer en una trampa armada por el ejército alemán. El detalle adicional es que uno de esos soldados a punto de caer en la emboscada es su hermano mayor. A los pocos minutos, empieza la carrera contra el tiempo del soldado y un otro soldado que lo acompaña en la misión.
Claro, a los mensajeros les pasa de todo y que lo que Mendes y Roger Deakins es una proeza. El relato es ágil y por momentos virtuoso y se hace tan entretenido que el espectador se olvida de buscar el empalme de la edición. Pero si la aventura es llevadera y capta la atención, la película falla en el punto de la empatía y quizás por eso se hace hincapié en el parecido con el concepto de un videojuego. Los distintos momentos de la odisea de estos soldados que tienen que llevar un mensaje que va a salvar a otros combatientes funcionan como las distintas pantallas de un videojuego, ¿pero qué pasa en los videojuegos? Lo dicho, no hay empatía, hay solamente acción y dinamismo. Pese a los cameos y a algunas actuaciones llamativas, da la sensación de que el director se concentró en la acción y de cierta manera se desconectó de las actuaciones.
El problema del relato es que en el fondo al espectador no le preocupa realmente el destino de los dos protagonistas. Pensemos en la mencionada Caballo de guerra en el momento en que el caballo corre a través de la trincheras y se clava el alambre de púa, en donde Spielberg se preocupa porque el espectador sienta cada púa que lastima al animal. Hecha esta salvedad, 1917 es una digna candidata a los premios de la Academia de Hollywood y nadie va a protestar demasiado se se lleva unos cuantas estatuillas.
1917
1917. Reino Unido/Estados Unidos, 2019.
Dirección: Sam Mendes. Guión: Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns. Intérpretes: Dean-Charles Chapman, George MacKay, Daniel Mays, Colin Firth, Pip Carter, Andy Apollo, Andrew Scott, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Richard Madden. Producción: Sam Mendes, Jayne-Ann Tenggren, Callum McDougall, Brian Oliver y Pippa Harris. Distribuidora: UIP. Duración: 119 minutos.