De mensajero a héroe.
La motivación de un hombre puede ganarle al miedo que genera el accionar para cumplir una misión y, a su vez, la empatía, el valor y el coraje, resultan descubrir en otro, la fuerza que hasta ese momento desconocía de sí mismo y transformarse, en el camino de la vida, en un verdadero héroe. Y todo ese recorrido, es una excusa, para lograr superarse al vencer todos los obstáculos. Descubrir una fortaleza que desconocía, en una lucha solitaria que de seguro le cambiará la vida para siempre.
La británica 1917 (2019), del director y co-guionista Sam Mendes, nos relata una historia que sucede en la Primera Guerra Mundial. A Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), dos jóvenes soldados británicos, se les asigna una misión en apariencia imposible. Llevando un mensaje que podría evitar un ataque devastador y la muerte de cientos de soldados, incluído el hermano de Blake, se embarcan en una verdadera carrera contra reloj, detrás de las líneas de los alemanes.
Lo que más mérito tiene este film pensado desde el guión en combinación con la dirección, es el talento del director y guionista Mendes que logró contarnos la historia en un plano secuencia, sólo con un cuidado corte y otros muy pequeños que al ser tan sutiles, no nos damos cuenta. Además los tres actos están separados en la trama, sin cortes y que a su vez nos permiten respirar, realmente muy bien logrado. En ningún momento podemos abandonar el film, ya que nos atrapa desde el comienzo, con un contraste muy importante de colores, espacios, locaciones, diálogos, agua y fuego, imposible no acompañarlos en todo su viaje para cumplir la misión. Empatizamos y nos identificamos con los protagonistas, la misión también se convierte en nuestra misión de la que no podemos escapar.
Al inicio nos conectamos con la belleza de la naturaleza que connota paz, un mundo pacífico en el que queremos vivir que se corta de manera repentina cuando aparece el hombre, como si nosotros fuésemos los responsables de interferir en la fluidez natural de la vida para romper con esa paz perdida por la guerra que nosotros mismos creamos, y solucionar lo que no podemos. Una fantasía o delirio en este punto de la historia. Ya se habían realizado películas brillantes en un plano secuencia, la última que vi con este tratamiento, es la alemana Victoria (2015) que recomiendo ver. Son remarcables las interpretaciones, y desde ya, todo el trabajo del detrás de escena, que en este caso debemos tener muy en cuenta a la hora de disfrutar esta película que no debemos dejar de ver en cine. Se destaca además el trabajo de sonido, fundamental puesto que funciona como cortes de atmósferas y estadíos de los personajes, además de los colores, locaciones, efectos especiales y montaje.
El recorrido que realiza un hombre al inicio, que luego por cuestiones imprevisibles de la vida, le toca a otro continuar, se transforma en su propia motivación. En tal caso, lo que importa es lo que necesita para cumplir una misión que se convierte en propia y que se supera constantemente a sí mismo. Un paralelismo con la lucha diaria del hombre para “sobrevivir” en este mundo tan hostil, con obstáculos y nuestra actitud para afrontarlos y continuar o dejarnos derrotar, como cuando vemos la desgracia del otro porque nos contaron o en las noticias y no sabemos lo que se siente hasta que nos sucede algo similar, en lo que se convierte en una alegoría de nuestros días. Quizás pueda parecer exagerado, sin embargo me animo a decir que 1917 es una manera de explicar la lucha permanente que padece una persona con una enfermedad crónica en silencio. Todas las personas tenemos que lidiar con una lucha diaria, qué irónico que seamos nosotros mismos quienes elegimos la guerra y no la paz. Ese considero es el mensaje principal de la película.