1917

Crítica de Sergio Del Zotto - Visión del cine

Reciente, y casi sorpresiva, ganadora del Globo de Oro a Mejor película y seria candidata al Oscar. 1917 aúna destreza técnica de indudable poderío visual con emoción.
El segundo batallón del regimiento de Devonshire se prepara, en el norte de Francia, para una contraofensiva alemana. Ante la sospecha que la retirada del enemigo puede ser una emboscada, se les encomienda a dos cabos la misión de entregar en mano un mensaje que puede evitar la muerte de 1600 soldados británicos.

Sam Mendes parte de una anécdota mínima contada por su abuelo, Alfred Mendes, para crear un guion, escrito junto a Krysty Wilson-Cairns, en el que se narra, en un aparente plano secuencia (no vale la pena discutir dónde están los cortes o los trucos para empalmar las secuencias, todo el resultado es prodigioso) que tiene distintos niveles, tanto narrativos como estéticos, el seguimiento a los soldados, alejándose de ellos para mostrar el horror circundante, a la vez que adoptando tomas subjetivas para mostrar lo que estos dos están viendo.

Hay quienes achacan que lo escrito es pobre, pero: ¿qué es el cine, si no narrar con imágenes? y, en ese sentido, 1917 es innegablemente una proeza. La cámara es quien escribe la gramática de esta película y prescinde de palabras para reforzar caminatas y corridas entre ratas gigantes, cadáveres, trincheras, poblados bombardeados y ataques aéreos. Todo con el fin de lograr una carrera contrarreloj, que la elección formal de filmarlo en continuo refuerza.

Hay una sola manera de disfrutar de 1917, y es en el cine. Por lo tanto, la película del director de Belleza americana, podría decirse que es una toma de postura frente a tanta producción que sólo se ve en Netflix. Tanto planeamiento milimétrico, que, es cierto, es una experiencia casi inmersiva en la guerra, mantiene una tensión permanente. Los detractores de este film bélico la atacan diciendo que es como un videojuego. Entonces todos los videojuegos se inspirarían en La Odisea, en tanto desarrolla el camino del héroe para lograr su fin. Ambas premisas son falsas.

Tal prodigio de despliegue técnico no sería posible sin la luz y la cámara de Roger Deakins, habitual colaborador de los hermanos Coen y de las últimas películas de Denis Villeneuve, entre ellas Blade Runner 2049, en un derroche de precisión pocas veces visto antes en el cine, aunque se citen los antecedentes de La soga de Alfred Hitchock, El Arca rusa de Alexander Sokurov, Birdman de González Iñarritu o Victoria de Sebastian Schipper. Pero Deakins, 14 veces nominado al Oscar, lleva la realización a limites inimaginables.