1945 es la nueva película del cineasta húngaro Ferenc Torok, realizador de filmes como Isztambul o Szezon, entre otros, pero que en realidad es un director absolutamente desconocido, debido a que sus producciones anteriores no han sido estrenadas ni en nuestro país, ni en gran parte del continente. No obstante, en 1945 el foco de interés gravita en torno a una temática que se mantiene vigente como es el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, pese al paso de los años.
Ambientada en agosto de 1945, pocos días después de finalizada la citada Segunda Guerra Mundial, esta cinta no sitúa en un pequeño pueblo de Hungría donde una familia realiza los preparativos para la boda del hijo de un funcionario (Peter Rudolf). A la par de estos hechos, dos judíos aparecen de improvisto en la estación de dicho pueblo portando dos cajas de índole misteriosa. No tienen apuro, pero saben hacía donde ir con el cargamento en cuestión. Esta aparición asustará en un principio al funcionario, y posteriormente a otros lugareños, quienes se anticipan a la posibilidad de que vengan en reclamo de tierras de judíos que anteriormente fueron deportados, y que tras ellos otros hagan lo mismo. Esto removerá ciertos fantasmas en el pueblo, ejercerá una fuerza que irá creciendo en torno a la culpa de cada uno, y pondrá un panorama que en muchos aspectos cuestiona el accionar de un pasado no tan lejano.
Si bien hay una serie de lugares comunes que por naturaleza se exploran en este tipo de producciones, Torok en 1945 logra desplazar parte del foco hacía la utilización de la fotografía, ciertos encuadres, y un trabajado blanco y negro, así como un recurso sonoro que repercute en forma acertada sobre el espectador, generando una tensión muy particular. La historia desde ya tiene fuerza propia, trabajando sobre los diversos protagonistas de la cinta, y su multiplicidad de concepciones alrededor de la moral, y sus principios. Torok pondrá un marcado énfasis en la personalidad del funcionario, llevado a cabo acertadamente por Peter Rudolf, un hombre seco, terco y egoísta, quien tiene poca paciencia para su mujer, en cierta manera obliga a proceder a su hijo, y que no tolera que se le contradiga. Hay un capítulo aparte que también da fuerza a la película, que aborda la historia de los dos comprometidos. Podemos agregar la presencia de ciertas reminiscencias al cine de su compatriota Bela Tarr, y que por momentos esos recursos fotográficos también nos recuerden a algunos filmes de Ingmar Bergman de finales de los 50′ y hasta incluso a la no tan conocida, pero sumamente recomendable Transporte a Viena (Kocár do Vídne), de Karel Kachyna, pero al margen de estas u otras influencias, 1945 se vale por si misma, porque tiene sus atributos a la vista.