Caer y levantarse, ésa es la cuestión
Esta comedia romántica enciende el "juego del cine dentro del cine" a partir de una mirada descontracturada sobre los conflictos amorosos de un treintañero. Y sirve como la excusa ideal para dar rienda suelta a referencias sobre otras películas e íconos del star system. El director Sebastián De Caro (Recortadas) conoce bien de lo que habla y lo plasma en esta producción nacional que escapa a los clichés del género.
20.000 besos puede gustar o no, pero sí construye un universo propio por el que desfilan personas comunes y corrientes en busca de su realización personal. Juan (Walter Cornas) está en crisis y decide separarse para poder recuperar lo que perdió: el reencuentro con sus amigos y su propio espacio. Sin imaginarlo, una compañera de trabajo sacudirá su estantería emocional. Caer, levantarse y ¿volver a caer? es la premisa que mueve al personaje del film.
Un relato en el que el amor aparece enmarcado por las situaciones cotidianas que vive este grupo de amigos (entre ellos, Clemente Cancela, Alan Sabbagh, Alberto Rojas Apel y el "Goldstein" encarnado por Gastón Pauls) que sucumbe ante un altar levantado en honor a Rocky Balboa o atesorar muñecos -Star Wars presente- que marcaron su adolescencia.
La historia está contada con desenfreno y de manera descontracturada (disfrutable el jefe de la oficina jugado por Eduardo Blanco). En tanto, la cámara está dispuesta a contar otra historia dentro de la película. O quizás sea la misma...