2012

Crítica de Chandler - Cines Argentinos

No le pidamos peras al olmo.
A Roland Emmerich le gusta destrozar al mundo en distintas épocas y por distintas cosas cada vez.
Nunca sus películas se destacaron por sus guiones, y esta no es la excepción.
2012 ya supera a una película en decir que tiene “buenos efectos”, porque en realidad se debería decir “tiene algunas escenas con actores bien filmadas”, ya que el resto son efectos y ya no sé si compite dentro del mismo rubro que Los fantasmas de Scrooge! La podrían nominar dentro de las películas animadas de esa manera ;)
Está claro que uno entra a ver una película que brinda una experiencia similar a la de una montaña rusa. Es increíble como la gente siempre llena en películas de catástrofes, y por lo general no terminan saliendo conformes, pero se anotan en todas las que vienen de manera similar.
Y si uno ve el tráiler o escuchó las declaraciones de la continuación que tendrá en una mini serie, ya sabe cómo termina la película! Pero está más allá de eso. Uno cuando ve una montaña rusa, sabe que al final termina y ve donde lo hace, pero uno se sube igual. Esta película es lo mismo, sabemos que es una catástrofe, pero queremos ver como se rompe todo y como nosotros morimos de esa manera. Masoquismo puro.
Y 2012 tiene más de lo mismo, pero tuvo a su director imaginando muchas catástrofes más, haciendo todo mucho más grande. Tiene sus cositas de humor, tiene un par de momentos sensibleros, y listo.
Pero el gran pecado de Roland en este caso, es que la gaseosa se queda sin hielo y se le va el gas. Terminamos tomando jarabe caliente a las 2 horas… y eso es lo imperdonable para mí. Ya sé que la historia es simplona y todo lo que muchos le pueden pegar. Pero se hace un poco larga, y en una trasnoche puede ser una catástrofe en si misma.
Una película que para los pochocleros tienen que ver en una gran pantalla. No se hizo para revolucionar nada, pero paga el valor de la entrada.