Ay Dios, Roland Emmerich volvió a la carga con sus marketineros mega-proyectos fílmicos, que con sobreabundante promoción logran que el público acuda al cine ver sus mamotretos, sus bodriazos increibles y con el cine brillando por su ausencia.
Aquí tomó con olfato comercial un asunto como el calentamiento de la tierra para someternos a los pobres espectadores a un pasticho intragable como fué por ejemplo su anterior "10.000 AC".
Puro efecto digital que no asombra como uno puede llegar a esperar, porque se hace todo el tiempo mentiroso, poco creible, el héroe repentino (héroe porque quiere salvar a su familia) que interpreta John Cusack -que más bajo no pudo haber caido en su carrera-, corre sin parar salvándose por un pelo, lo cual isnta a que la gente en la sala se ría a carcajadas, y además durante todo el filme su corbata luce perfectamente ajustada pese a los estallidos, explosiones, lluvia de fuego volcánico, maremotos, terremotos, caidas, saltos, etc etc.
Por ratos parece un película financiada por evangelistas, porque tiene un argumento que rebasa, y asquea en su contenido del pro-americanismo (del norte) de la era "Reagan": conservador, deleznable y moralista a ultranza. Sus modelitos a escala de "Arca de Noé" saturan, no se puede mentir tanto, el fastidio de los efectos digitales cansa a la vista, y a los sentidos, por eso la pregunta es "Hasta cuando Emmerich, abusarás de nuestra paciencia....??"-
ahhh....y su final semicopiado de la joyita de los años 50 de CF : "Cuando los mundos chocan", nos sugiere ver cuanto encanto y fantasía naif había en aquellas pequeñas gemas del cine.