Interminable fiesta olvidable
Cuál es el valor cómico de un adolescente comiéndose un tampón que confunde con una golosina? Depende del contexto y de qué se quiere contar. En el cine de los últimos años, la escatología es un elemento cada vez más presente en la comedia, sobre todo la estadounidense, y sin descartar el recurso de plano, la mayoría de las veces termina siendo apenas un gag.
Este es el caso de 21 La gran fiesta, una sucesión de "chistes" desperdigados en algo más que una hora y media que explotan de manera desvergonzada el suceso que significó ¿Qué pasó ayer? y su secuela dos años más tarde. Los responsables son Jon Lucas y Scott Moore, que como guionistas de las películas dirigidas por Todd Phillips habían logrado un producto efectivo y que –claro– decidieron exprimir el formato hasta la última gota.
El planteo es prácticamente el mismo. El día que Jeff (Justin Chon) cumple 21 años, el timbre de su casa suena y ahí están Miller y Casey (Miles Teller y Skylar Astin), sus dos amigos de la secundaria que lo vienen a buscar para festejar en grande su mayoría de edad, aún cuando a la mañana del otro día tenga pautada una entrevista con el rector de una prestigiosa universidad, que por supuesto gestionó su exigente y controlador padre.
Lo cierto y como no puede ser de otra manera en el esquema exploitation-saga de ¿Qué pasó ayer?, el apocado Jeff en plan Stu –el dentista que se arrancaba un diente, el que en la segunda parte se tatuaba la cara–, resulta ser el lobo con piel de cordero y en la larga noche de fiesta se revela como el más fiestero de todos, mientras pasan las horas y se descuenta que el muchacho no va a estar en condiciones de presentarse a la entrevista que va a determinar el rumbo del resto de su vida.
Entonces, fiesta, fiesta, algún toro mecánico desenfrenado y las consecuencias de montarlo con el estómago lleno de alcohol, una fraternidad femenina que ve la oportunidad de vengarse de los hombres, más alcohol, chistes tontos y más alcohol.
El principal problema de la película es que muestra en tiempo real lo que pasa en la fiesta interminable, a diferencia de lo que pasaba con las películas que trata de imitar, que se veían las consecuencias de una noche desaforada y había que reconstruir los eventos desafortunados. En remplazo de eso, en 21 La gran fiesta pauta una sucesión de asquerosidades sin una pizca de gracia.