Queriendo emular el demoledor éxito que tuvieron tras el guión de The Hangover, sus escritores Jon Lucas y Scott Moore se lanzaron a dirigir su primer largometraje, el cual tiene como foco nuevamente un festejo que se les va de las manos a sus jóvenes protagonistas para terminar en varias situaciones hilarantes. Para más o menos darle forma al film en cuestión, imaginen una historia de corte hangoveriano a la que se suma un poco de frescura juvenil como en Project X, pero con menos gracia y sorpresa que las dos aquí mencionadas.
La escena inicial, en la cual dos de los protagonistas aparecen casi como Dios los trajo al mundo, plantea que la mayor parte de la trama es un flashback a lo que debe haber sido una noche memorable. Esta comienza cuando los compañeros de secundaria se reúnen para el cumpleaños de Jeff Chang, el destacado amigo asiático que finalmente cumple la mayoría de edad en la víspera de una entrevista laboral que le puede abrir las puertas de un gran futuro. Con tal de darle una jornada única, ellos se proponen tomarse una cerveza, situación inocente que se torna en una debacle llena de problemas a solucionar y con la carga extra de un compañero de juerga pasado de vueltas que les funciona como lastre.
La idea del guión de 21 & Over, a claras una situación divertida, se ve desmejorada por un agujero imposible en la trama que debe ser evitado a toda costa para entregarse al disfrute pleno por lo que esta verdaderamente es: un festín de descontrol adolescente en el cual se entremezclan una hermandad de chicas latinas imparable, ceremonias religiosas secretas, fogatas con búfalo suelto incluidas y hasta la divertidísima secuencia de la fraternidad por niveles, en la cual la dupla protagonista deberá sortear juegos varios para alcanzar la cima y encontrar una clave más para que la noche termine en los mejores términos posibles. El libreto de Lucas y Moore tropieza cuando entre medio de tanta locura nocturna intenta humanizar a los personajes y hasta sugerir temas más profundos y lacerantes para uno de ellos, cuando en realidad la pintada de tridimensionalidad se olvida con el pasar de los minutos y el intento de generar un interés serio se siente desperdiciado.
Hay un buen manejo de cámaras para ser una primera vez detrás de ellas, la banda de sonido se olvida enseguida pero durante el momento funciona y el elenco, si bien no se destaca ferozmente, hace un buen trabajo. La química entre Skylar Astin y Sarah Wright es de buen ver y no se siente forzada, el demoledor Miller de Miles Teller resulta muy jocoso y el Jeff Chang de Justin Chon cumple aunque no sorprende. 21 & Over está básicamente varios escalones por debajo de Project X, ya que su sola existencia significa un intento inconsistente de lucrar con una noche de fiesta inolvidable para cualquier joven, pero al mismo tiempo tiene un espíritu jovial que compra y, lejos de ser una joyita, al menos para seguir al súbgenero es un ejemplo pasable, que no bueno.